Donald Trump termina este lunes su gira europea en Helsinki, donde se encontrará con su homólogo ruso, Vladimir Putin. Es su primer cara a cara oficial ya que en anteriores ocasiones se han visto, pero en el marco de cumbres como el G20 o el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, ambos en 2017.
El presidente de Estados Unidos promociona el encuentro con el presidente ruso como una oportunidad para rebajar las tensiones entre las dos potencias, a pesar de los recelos de su propia Administración y de los aliados europeos.
La agenda del encuentro girará en torno a las situaciones de Siria, Corea del Norte y el pacto nuclear con Irán. También se podría plantear el regreso de Rusia al G8 del que está excluida desde 2014 por el conflicto con Ucrania y las respectivas sanciones económicas. Un tema más delicado es el de la supuesta injerencia electoral del Kremlin en las elecciones que llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca. Injerencia que en el país norteamericano se da por probada y que Putin niega.
Washington no quiere que el mandatario haga ningún tipo de concesiones y tanto republicanos como demócratas piden que condene las acciones rusas. Pero Trump ya ha rebajado sus declaraciones anteriores y la semana pasada en la cumbre de la OTAN rechazaba que el mandatario ruso fuera su enemigo: "Espero que nos llevemos bien y creo que nos llevaremos bien, pero al final es un competidor. Él está representando a Rusia y yo a Estados Unidos. Así qué en esencia somos competidores, no es una cuestión de amistad o enemistad, no es mi enemigo".
Los altos funcionarios de la administración de Trump también han expresado sus temores sobre lo que podría darle a Putin en detrimento de sus aliados en Europa. Los europeos están particularmente preocupados sobre si Moscú pedirá a Trump que suspenda los ejercicios militares de la OTAN en los estados bálticos, ya que temen que Estonia se convierta en el epicentro de todo lo que la alianza ha intentado evitar.
La realidad es que Trump es siempre imprevisible y después de las críticas hacia Alemania y otros socios del Viejo Continente en la cumbre de la OTAN, el miedo es que decida que Rusia ya no es enemigo de Europa. De momento, el hecho de que esta reunión se produzca, y que tenga lugar justo al finalizar el Mundial de fútbol, ya es un triunfo público internacional para Putin.