La policía vigila de cerca el centro de Hong Kong mientras el hub financiero asiático vuelve a la normalidad con la reapertura de las sucursales bancarias cerradas en días anteriores. HSBC y Standard Chartered Bank vuelven a operar con normalidad y los trabajadores circulan por las calles para ir a sus oficinas.
La Policía de Hong Kong confirma el arresto de 11 personas y la autoridad hospitalaria de la ciudad que al menos 81 personas resultaron heridas en las protestas de la última jornada, donde las manifestaciones multitudinarias acabaron en encontronazos con la policía y gases lacrimógenos.
Pero la de hoy es una calma tensa, porque los manifestantes ya están planeando otra protesta masiva para el domingo, cuando se cumplirá una semana del inicio de una manifestación que aglutinó a más de un millón de personas según los convocantes, 240.000 personas según la policía. Aún así, es la mayor manifestación en este centro financiero desde 2003, cuando cientos de miles de personas salieron a las calles para protestar por un endurecimiento de la legislación de seguridad.
El índice Hang Seng ha caído por tercera jornada consecutiva, aunque algunos analistas descartan que la situación derive en un impacto mayor sobre la economía de este centro comercial mundial. Gigantes cotizados en la ciudad como Tencent dependen más de los ingresos provenientes de China que de Hong Kong. Un impacto mucho mayor tendría que las compañías extranjeras decidieran trasladar sus operaciones a otro país asiático. Empresas de todo el mundo, como las del sector de lujo europeo, vigilan desde la distancia lo que sucede en las calles de Hong Kong.
El Frente Civil de Derechos Humanos confirma que seguirán presionando al Gobierno de Carrie Lam y protestando contra una polémica ley que permitiría la extradición a China y pone en el aire el estatus futuro de la antigua colonia británica. Este temor hizo que el miércoles se incrementara la tensión y la protesta acabó en enfrentamientos con la policía antidisturbios después de que la protesta consiguiera bloquear la entrada al Consejo Legislativo. Allí se tenía que votar la tramitación de la controvertida norma que por el momento ha quedado suspendida.
Los críticos, incluidas organizaciones de la sociedad civil y empresas extranjeras, denuncian que el proyecto de ley amenaza la protección de Hong Kong y la política "un país, dos sistemas", en vigor desde que Gran Bretaña devolviera la ciudad a China en 1997 y tenía que permitir a la ciudad cierto grado de autonomía e independencia ejecutiva, legislativa y judicial al menos durante 50 años.
"En los últimos diez años el modelo se ha ido deteriorando y el práctica la influencia de Pekín y el alcance de las decisiones del Partido Comunista Chino es mayor", explica Pablo Pareja, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Pompeu Fabra.
El conjunto de manifestantes es diverso y "hablamos de estudiantes universitarios y generaciones más jóvenes pero también de un conjunto de ciudadanos que no suelen formar parte de los sospechosos habituales ni movilizarse"; desde profesionales liberales que ven en la ley un giro de tuerca más que limita el margen de maniobra hasta trabajadores que en los últimos años se sienten descontentos con el trato que reciben de las autoridades políticas.
Aunque este espíritu recuerda a la revolución de los paraguas de 2014, Pareja señala que este es un movimiento más plural y transversal, "más resistente y obstinado que los anteriores" a pesar de la presión policial. "Conscientes de estas diferencias, las autoridades han optado por, al menos temporalmente, posponer la tramitación de la ley, es un signo inequívoco de que ellas mismas se dan cuenta de que necesitan gestionar la situación de forma diferente a otras ocasiones", añade.
La protesta de Hong Kong complica las negociaciones entre EEUU y China
Estados Unidos ya ha anunciado que si Hong Kong aprueba la ley se planteará eliminar el permiso especial que Washington concede a la ciudad, gracias al cual el territorio autónomo puede importar tecnología y materiales de doble uso, los que pueden utilizarse tanto para armamento como para uso civil. El profesor explica que esto reduce el margen maniobra autoridades de Hong Kong bajo la doble presión de Washington y Pekín.
"Creo que en este caso EEUU tiene una posición complicada porque, aunque puede amenazarle y ejercer presión, si cumplen la promesa y rompen su relación privilegiada obligarían a Hong Kong de alguna manera a arrojarse a los brazos de Pekín", advierte Pareja.
La posición de China también es delicada. Por un lado, Pekín está apostando con inversiones millonarias desde hace años para convertir a Shanghai en núcleo de los grandes mercados asiáticos. Por otro, con una posición creciente en el reparto de poder mundial está cada vez más bajo la lupa de gobiernos, ciudadanos y empresas. Además, su respuesta a este tipo de conflictos podriá complicar "la estrategia negociadora en conflictos más complicados" como el que Pekín tiene abierto con Taiwán.