El III Plan África trata de presentar al continente vecino como un lugar de oportunidades y no un foco de conflicto. El Consejo de Ministros del 1 de marzo dio luz verde a la nueva estrategia española en África y por primera vez incluye un enfoque que no contempla la región únicamente bajo el prisma de control migratorio.
El plan, promocionado en las últimas semanas por el ministro Josep Borrell, está compuesto por cinco patas principales: paz y seguridad, crecimiento, empleo y desarrollo, fortalecimiento institucional y movilidad ordenada. La estrategia, impulsada inicialmente por el Gobierno de Mariano Rajoy, ha sido sobrescrita por el gabinete de Pedro Sánchez. “He visto cierto cambio, un énfasis en el crecimiento económico de los países y el desarrollo sostenible, con un enfoque más prodesarrollo”, explica Ainhoa Marín, profesora de Economía de la Universidad Complutense de Madrid e investigadora principal para África Subsahariana del Real Instituto Elcano, en Entre Líneas. “Si la articulación del plan redunda o no de forma positiva y mejora la calidad de vida de los africanos es algo mucho más complicado de decir”, añade.
El principal problema de la estrategia es que no parece estar acompañada de partidas específicas de financiación para su implementación. Aunque dispone de indicadores para medir su impacto aporta más bien una visión institucional donde el siguiente paso lo tienen que dar las empresas.
Otra dificultad añadida es que este III Plan África no es el único documento marco que afecta a las relaciones españolas con el continente. Convivirá a partir de ahora con otros, como la Estrategia de Acción Exterior, la Estrategia de Seguridad Nacional o el plan de acción de la Agenda 2030.
La catedrática de Economía de la Universidad Jaume I, Inmaculada Martínez, argumenta que “para que realmente tenga una efectividad hace falta invertir y debería estar en conjunción con el plan de Cooperación al Desarrollo”. “El mayor riesgo es que ante la falta de una coordinación y unas partidas financieras específicas se quede en papel mojado, que es lo que ha pasado con planes anteriores”, advierte.
Exteriores ha situado a Sudáfrica, Nigeria, Etiopía, Angola y Senegal como los Estados prioritarios. Los considera países “ancla”, por la estabilidad que aportan en el momento actual en sus respectivas subregiones, pero también por su enorme potencial económico y demográfico. Para Martínez aquí hay otro elemento a vigilar: “Me pregunto qué pasa con países históricamente más cercanos, como Marruecos o Túnez y el resto del norte de África”. Alerta que esto podría suponer una pérdida de ventaja competitiva que España tiene por motivos culturales y geográficos.
Si no quiere perder el tren africano, la empresa española tiene que darse prisa, establecer lazos y entrar en las cadenas de valor aprovechando las crecientes relaciones intraregionales. La catedrática apunta a las oportunidades que crea la necesidad de infraestructuras y el crecimiento de las tecnologías limpias, como las relacionadas con reciclaje, energías renovables, la eólica o la fotovoltaica.
Otro cambio de enfoque del nuevo plan es la idea de considerar la migración como un fenómeno positivo. “La idea clave es considerarlo como una oportunidad. Se pone énfasis en la movilidad ordenada como objetivo estratégico, aunque ya veremos si en la práctica las políticas aplicadas son diferentes”, reconoce Marín.
En cualquier caso, y en un momento de dudas en torno al crecimiento económico en Europa, España busca enfocarse hacia nuevos mercados. Las exportaciones hacia África ya aumentaron de forma considerable durante los años de crisis económica, pero el éxito del nuevo plan dependerá de si consigue superar sus propios obstáculos iniciales.