Un ataque sucede a otro y la vieja herida de una crisis abierta vuelve a supurar. El derribo de dos cazas indios y la posterior detención de sus pilotos por parte del ejército de Pakistán es el último capítulo de un conflicto que dura más de 70 años. Aunque las tensiones son recurrentes, la disputa entre India y Pakistán no se había recrudecido tanto desde que en 1971 estalló la tercera guerra entre los dos países vecinos.



“Es algo recurrente en sus relaciones, la realización de un atentado en territorio indio por grupos insurgentes que Pakistán utiliza en una guerra por delegación”, explica en Entre Líneas Ana Ballesteros, investigadora sénior asociada del CIDOB.

Jaish-e-Muhammad (JeM), considerado organización terrorista por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, reclamó el ataque a los cazas. Es un grupo que Pakistán protege: “Pakistán no puede ganar una guerra convencional contra la India, por lo que desarrolló una estrategia de formar grupos insurgentes en una guerra de desgaste para que actúen allí donde el país no lo puede hacer formalmente”. Estos grupos reclaman la independencia de Cachemira o su inclusión definitiva en el país musulmán.

Cachemira es el asunto no resuelto de la partición de la India, un conflicto más derivado de los procesos de descolonización de las potencias europeas, en este caso Gran Bretaña. Todo parece apuntar a seguir en la misma línea. “El primer ministro pakistaní, Imran Khan, no tiene capacidad de decisión, mandan los servicios de inteligencia y el ejército”, señala Ballesteros.

En el caso de la India, Narendra Modi afronta este año elecciones y este podría ser uno de los motivos para que el ataque se haya producido en este momento. A Pakistán le conviene que Modi, con su retórica antimusulmana, siga en el poder “porque le ayuda a polarizar aún más a la población”. El otro factor son las conversaciones entre Estados Unidos y los talibanes en Afganistán, donde Pakistán todavía tiene capacidad de influencia. Una forma de decir “no vamos a colaborar hasta que abordéis primero nuestro tema”.

Si Pakistán e India se pelean de nuevo, la comunidad internacional se activa. Son dos países nucleares pero Cachemira, el territorio más militarizado del mundo, es un conflicto olvidado y solo se recuerda en escaladas de tensión puntuales a pesar de que lo que suceda en esta pequeña región puede pasar factura a todo Asia y Oriente Medio.

“Es difícil de solucionar porque ambos países tienen unas narrativas nacionalistas muy fuertes”, apunta la experta del CIDOB. “La comunidad internacional debe forzar a Pakistán a que deje de apoyar a estos grupos y a la India a que empiece a considerar las violaciones de derechos humanos que comete en Cachemira, porque la insurgencia es cada vez más autóctona por la represión de las manifestaciones y protestas de la población local cachemir”, concluye.