Dime de qué presumes y te diré de que careces. Este es el refrán que podría aplicarse a China en su crítica a Estados Unidos por su "catastrófico problema de deuda" y sus acusaciones de "sabotear" los esfuerzos de otros países por resolver sus problemas de endeudamiento.
A pesar de que parece que la deuda central del gobierno chino está bastante contenida, el déficit municipal del país se ha disparado a causa de la recesión inmobiliaria y los controles de Covid-Zero.
Estas variables aumentan la posibilidad de que estalle una crisis de deuda en el mercado. Para que nos hagamos una idea de los términos en los que hablamos, según estimaciones del grupo de inversión CLSA, la deuda del gobierno local se ha disparado hasta el 66 % del producto interno bruto de China, desde el 29 % de hace una década.
En paralelo, la deuda central prácticamente se ha mantenido estancada siendo los gobiernos regionales los que han asumido la mayor carga de los problemas fiscales de la economía asiática. De tal manera que la foto final que queda es una relación deuda-PIB del gobierno central de solo 24%, frente al 15% de hace una década.
Y es que cuando los inversores se preocupan por los elevados préstamos de China, se refieren a los de los promotores inmobiliarios o las autoridades municipales. No hablan del libro del gobierno central.
No obstante, Fitch espera que la deuda del gobierno general aumente al 56 % del PIB para finales de 2023, teniendo en cuenta también los desacuerdos entre China y EE. UU, que abarcan prácticas económicas y comerciales. Un fuerte desmoronamiento de los lazos económicos entre China y EE. UU. generaría un impacto en la oferta global de proporciones catastróficas, aunque este escenario para la agencia de calificación crediticia es poco probable.