Es la cita del año. Las elecciones a la presidencia de Estados Unidos llevan tiempo condicionando todo lo que pasa a uno y otro lado del Atlántico. Incluso Oriente Medio parece haber pausado toda la violencia a la espera de conocer si será Donald Trump o será Kamala Harris quien ocupe el cargo más importante de la mayor economía del mundo.
La batalla está servida, vamos con algunas curiosidades sobre los comicios más esperados.
Alemania podría ser el gran perdedor
Aunque es el último día de campaña, unos 75 millones de personas ya han votado. Los últimos coletazos de campaña se centran en siete estados: Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Nevada, Arizona, Carolina del Norte y Georgia.
En Pensilvania, que posee 19 votos electorales, se centra Harris. Por su parte, Trump está focalizado en varios de los estados clave.
Lo cierto es que en la mayoría de los estados no es necesario tener una justificación para votar anticipadamente. Para más seña, casi la mitad de los votantes estadounidenses ya han depositado sus papeletas. Aunque es una cifra menor que la de 2020.
Las grandes tecnológicas estarán más pendientes que nunca de lo que ocurra. Y es que las elecciones podrían suponer un punto de inflexión en la legislación antimonopolio estadounidense. La Administración Biden puso en puestos clave a algunos personajes radicales en materia de competencia, algo que no gusta demasiado a las grandes tecnológicas y que podría cambiar si Trump vuelve a la Casa Blanca.
Pero lo que más llama la atención es cómo la victoria de uno u otro podría condicionar el porvenir de la economía europea. El aumento de tasas a las importaciones que plantea Donald Trump es la mayor amenaza para el Viejo Continente.
La potencia europea más afectada sería Alemania, que crecería un 0,9% de media entre 2025 y 2027 bajo un Gobierno de Trump, mientras que se iría al 1,3% si ganara Harris, según datos de Economist Intelligence Unit.
Italia, Irlanda, y los países de Europa Central están expuestos a mayores riesgos ante una victoria de Trump. Mientras que Países Bajos, Polonia o España dependen menos de quien lidere el Gobierno de Estados Unidos.