Es notorio y conocido que Donald Trump ha asegurado en numerosas ocasiones que, si sale elegido Presidente de Estados Unidos el 5 de noviembre, uno de sus propósitos es salvar a la industria del automóvil. Esto implicaría acabar con lo que es, según el propio Trump, “una imposición” del coche eléctrico, además de ponérselo más difícil a todos los fabricantes que decidan producir fuera del país.
En este sentido la pregunta que subyace es: ¿Por qué Elon Musk, propietario de la marca de coches eléctricos más reconocible de Occidente, es partidario de la candidatura de Donald Trump?
¿Podría tener Musk hueco en la Casa Blanca?
Hay informaciones que sitúan al dueño de la red social X en la Casa Blanca de la mano de Trump, como asesor de su Gobierno si el candidato es el más votado.
Es cierto que las declaraciones de Trump contra el coche eléctrico que pronunciaba al principio de campaña se han moderado a medida que Musk se ha acercado y ha apoyado su candidatura. Sin embargo, el político está lejos de aceptar las políticas favorables al desarrollo de este tipo de vehículos.
Entretanto, el CEO de Tesla, en otro ejercicio cuestionable desde la ética, ha prometido sortear un millón de dólares diario entre los votantes que se registren como republicanos firmen un manifiesto en los estados clave que determinarán el resultado final como Pensilvania, Georgia, Nevada, Arizona, Michigan, Wisconsin y Carolina del Norte.