¿Se puede medir el impacto social de las empresas para saber si estamos invirtiendo en una con los criterios que queremos? La respuesta para Ana Guzmán es sí. Un ejemplo, según la experta, son los microcréditos. "Se puede medir cuánta riqueza se ha generado, cuantas viviendas se han podido reformar", explica.
Al contrario de lo que creemos, la ISR es solo una fase de la inversión sostenible. "Es el nivel más bajo, y ahí lo que se hace es excluir las compañías con las que no estamos de acuerdo con sus principios". Después de eso, hay dos fases más: el ESG y el tercer grado, que consiste en invertir en empresas que tienen el impacto social dentro de su ADN.