Otro quebradero de cabeza más. La luz, el primero, el petróleo, el segundo. Estados Unidos declara la guerra este martes a la OPEP y presiona, con la liberación de 50 millones de barriles de sus reservas estratégicas, para que los socios del cártel echen abajo las restricciones impuestas por la pandemia.
¿Tiene algún sentido? ¿Le va a servir de algo?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
Para intensificar las presiones Washington se ha asegurado el apoyo de Occidente y el resto de grandes potencias económicas en Asia como China, India o Japón
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No era su primera opción. Pero era “necesario y primordial”.
Washington ha tenido que presionar el botón rojo de emergencia ante la inactividad, dicen, de la OPEP. Bien es verdad que el interés oculto de Joe Biden puede estar en las elecciones de medio mandato a las que se enfrenta en unos meses y frente a las que las encuestas no lo dejan en buen lugar.
Pero tampoco es menos cierto que los precios del crudo se han disparado en el último año. Duplicado, para ser exactos con un repunte del 92%, en el caso de la cotización del barril de Brent, por encima de los 82 dólares.
Una tensión sobre los precios que no descansa. Pero la culpa, según un senador demócrata, no es de nadie (de sus administraciones, tanto la de Biden como la de Trump, desde luego, espetaba, no).
La Agencia Internacional de la Energía emitía hace apenas unos días un comunicado y decían, bueno, el problema puede que se termine solucionando con el paso del tiempo, pero con una condición: que se aumente la producción de crudo en el mundo.
En su última reunión, la próxima es el 2 de diciembre y nada apunta a que vaya a cambiar la decisión, los países del cártel se mantuvieron en sus trece: 400.000 barriles al día. Justificaba la decisión el ministro de Energía de Emiratos Árabes Unidos (principal potencia beligerante).
No son una organización política, son una económica y los intereses no dependen del populismo del momento.
Cuellos de botella, crisis de la cadena de suministro, etc. Todo lo que pone en jaque a la recuperación económica mundial y que le sirve de suelo a la OPEP para no actual.
Desde Washington, en una entrevista con Financial Times, decían hace unas semanas, poco tenemos nosotros que decir de un mercado controlado por un cártel. Así lo aseguraba la secretaria de Energía de la Casa Blanca, Jennifer Granholm. Aunque, finalmente, han pasado a la acción.
También hace un rato, en este caso en la CNBC, el senador demócrata, Kevin Cramer echaba todas “las culpas” a la OPEP.
No lo han hecho solos. Se han asegurado el apoyo de Occidente y el resto de grandes potencias económicas en Asia como China, India o Japón.
El mercado, criticaba, ya no está “ordenado, no es estable y predecible” como hace unos años. Ya no podemos saber cuándo subirá el crudo y eso nos pone al borde del abismo. Así terminaba su mensaje.
"No servirá de nada"
Un abismo al que nadie se quiere asomar. La Casa Blanca lo tiene claro. De sus reservas estratégicas liberarán 50 millones de barriles porque necesitan que las gasolina baje.
¿Qué ha pasado mientras tanto en los mercados? Pues poca cosa.
El precio del petróleo, que cedía en torno a un punto porcentual este martes, ha reaccionado al alza tras conocerse la noticia.
El precio del Brent, de referencia en Europa, cotiza sobre los 80 dólares al lograr un avance del 0,5%. Por su parte, su homólogo estadounidense, el West Texas, cede dos décimas y cotiza sobre los 76,5 dólares.
No se inunda el mercado porque, en el mercado de los casos, Estados Unidos ha dicho que de los 50 millones anticipará nada más 18 millones de barriles y Reino Unido, un millón y medio.
Está siendo difícil valorar el impacto de la medida. La OPEP y sus aliados ya han anunciado que reaccionarán en su próxima reunión, según Bloomberg, con un previsible recorte de producción.