El director de Comunicación de Crédito y Caución, Pavel Gómez del Castillo, ha presentado el último informe en el que analiza la situación actual del tráfico mundial de mercancías. El texto prevé que algunos de los cambios que estamos viendo en la cadena de suministro se puedan convertir en permanentes.
Gómez del Castillo espera que uno de esos efectos permanentes se puedan ver impulsados por las administraciones públicas y es que los estados se dan cuenta de que necesitan un grado de autosuficiencia. Otro factor son las propias empresas que ven esa volatilidad de las cadenas de suministro como les impiden producir. "Algunas renunciarán a ganancias para tener cierta resiliencia y mantener su producción".
Escucha todo lo que nos ha contado Pavel Gómez del Castillo en "Capital, la Bolsa y la Vida".
Pavel Gómez del Castillo, director de comunicación de Crédito y Caución, nos presenta el último informe de la compañía.
El informe al detalle
Las empresas están relocalizando sus cadenas de suministro sacrificando parte de su rentabilidad para ganar resiliencia frente a futuros shocks externos.
Crédito y Caución prevé que la cicatrización económica de la pandemia provoque una pérdida permanente de producción y cambios estructurales en las cadenas de suministro del comercio internacional. Así se desprende del último informe difundido por la aseguradora de crédito sobre Asia que previene sobre el ahorro de los hogares y las empresas y la consolidación fiscal del gasto público.
“En todo el mundo, las medidas gubernamentales han limitado la erosión de las competencias de los empleados y el desmantelamiento de las empresas. Esto ha sido crucial para que la oferta de la economía se mantenga más o menos intacto, y para evitar una situación en que la demanda reprimida en la recuperación no pueda ser satisfecha por la oferta. Pero cuanto más dure la pandemia, y cuanto mayor sea su impacto, más cicatrices se producirán”, dice el informe de la aseguradora.
Por el grado de cicatrización previsto, que varía dependiendo de la estructura de las economías y de la magnitud de la respuesta fiscal y monetaria, será menor en las economías avanzadas que en las emergentes, de rentas bajas o dependientes del turismo. Asia estará especialmente afectada por esta situación.
Aunque la región mostrará un fuerte crecimiento en los próximos años, del 5% al 6% anual, el impacto negativo del Covid-19 será duradero en la mayoría de sus mercados. En 2025 su PIB será un 3% inferior al previsto antes de la pandemia. India, Filipinas e Indonesia serán los países asiáticos donde la pandemia dejará mayores efectos permanentes.
Las carestías logísticas han llevado a las Administraciones Públicas de todo el mundo a poner más énfasis en la autosuficiencia en sectores estratégicos como la alta tecnología o los productos farmacéuticos. La pandemia también ha sensibilizado a las empresas sobre la vulnerabilidad de sus cadenas de suministro y muchas están siendo rediseñadas para mitigar los riesgos de futuros shocks externos sacrificando parte de su rentabilidad.
Este intercambio de eficiencia por resiliencia tendrá un impacto en el comercio exterior, ya que las nuevas estrategias implican una mayor dependencia del suministro de productos básicos y bienes intermedios desde países o regiones cercanas. Previsiblemente, la pandemia reforzará la tendencia a la relocalización que se inició durante la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Las últimas tres décadas de globalización han facilitado la diversificación geográfica de las cadenas de suministro fuera de los mercados nacionales. La mejora de la tecnología y las innovaciones han potenciado la logística, mientras que la liberalización de las inversiones y los acuerdos de libre comercio han reducido las barreras entre países.
Desde el punto de vista económico estos avances han sido beneficiosos, ya que el comercio internacional facilita el uso de las ventajas competitivas de los distintos mercados para producir un determinado bien o servicio a un coste de oportunidad inferior. Asia, al estar en el centro de la evolución de la cadena de suministro mundial, se ha beneficiado enormemente en las últimas décadas del incremento del comercio internacional. Pero la guerra comercial entre Estados Unidos y China y su rivalidad geopolítica parecen haber acabado con esta tendencia.
Con la actual Administración norteamericana la política comercial se ha vuelto menos volátil, pero se mantienen tanto los aranceles como las barreras no arancelarias. No obstante, el desacoplamiento completo de las dos mayores economías del mundo parece impensable. Estados Unidos y China están fuertemente interconectados y separarse por completo perjudicaría enormemente a ambos países y al comercio mundial.
Mientras tanto, la Unión Europea se ha vuelto más crítica con las ambiguas políticas y prácticas comerciales de China que, por un lado, se centran en la innovación y la reforma del mercado y, por otro, en la autosuficiencia y la seguridad nacional. Previsiblemente, China seguirá frenando la inversión extranjera y obligando a las empresas foráneas a intercambiar el acceso al mercado por su tecnología.