Con una historia casi octogenaria a sus espaldas, la crónica de Urbas es turbulenta. Nació como una empresa de transportes para después ser una inmobiliaria que ahora compra minas de feldespato y startups de energías renovables. Un batiburrillo de negocios con un denominador común a lo largo de las décadas: la deuda y el coqueteo con la quiebra.
Aunque después de lo que ha anunciado este lunes la compañía esos dos conceptos parecen ya cosa del pasado en la historia de Urbas. La empresa ha revelado que en los últimos seis meses, en lo que llevamos de 2021, ha reducido su deuda en un 70%, desde los 185 millones hasta los 56 millones.
Te lo contamos en este podcast de Expediente Abierto.
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En Expediente Abierto hemos echado mano de la hemeroteca y hemos detectado que hace nueve meses, en octubre de 2020, el presidente de Urbas confesaba en los micrófonos de Capital Radio cuál era el nivel al que esperaban rebajar el endeudamiento.
Juan Antonio Acedo esperaba que próximamente la compañía consiguiera reducir su deuda por debajo de los 50 millones de euros. Ahora esa partida está en los 56,5 millones, muy cerca ya del nivel marcado por su presidente y muy lejos de los 200 millones que arrastraba la empresa desde la crisis.
El endeudamiento y la quiebra han sido los enemigos íntimos de Urbas en las últimas décadas de su historia. Tanto que en 2005, plena época dorada de las inmobiliarias y la antesala del estallido de la crisis subprime, Urbas reconocía estar al borde de la disolución.
Desde entonces, esa no ha sido la única vez que la compañía se acercaba al abismo empresarial: la quiebra. Para sortearla, a lo largo de los años ha llevado a cabo numerosos acuerdos con bancos y acreedores, capitalizaciones de deuda y ampliaciones de capital. Entre ellas, la polémica operación de 2015, con la que levantó 384 millones y por la que Anticorrupcion le acusó de estafa.
Se acusaba a la empresa de falsear el valor de la ampliación de capital mediante la sobrevaloración de algunas de sus fincas. La fiscalía llegó a pedir ocho años de cárcel para el actual presidente de la empresa y su antecesor, pero ha eximido a Urbas -como compañía- de responsabilidad en la operación.
Tras muchos años de tanteo con la quiebra e incluso con los tribunales, en 2020 la inmobiliaria vivió uno de sus momentos de mayor esplendor en Bolsa. La compañía se revalorizó un 145% durante el ejercicio y fue uno de los mejores valores del Mercado Continuo gracias a las adquisiciones que realizó en este tiempo: la constructora Murias y la mina de feldespato.
Pero 2021 no tiene nada que ver. Aunque la empresa ha seguido diversificando negocio y se ha metido en el mundo de las renovables con la compra de Sainsol, este año solo sube un 5% en el acumulado.
Además, la fuerte revalorización de 2020 tampoco puede hacernos olvidar que Urbas es la acción de menor valor en todo el parqué español. Apenas vale un céntimo. Sin embargo, hace nueve meses en su entrevista en Capital Radio, el presidente de Urbas reiteraba que su empresa no era un "chicharro".