¿Qué hacer cuando no te queda nada? Hará cosa de tres semanas el agua que estuvo 20 días cayendo se llevó todo lo que tuvo por delante en Pakistán. Desde entonces 33 millones de personas no tienen qué llevarse a la boca. Hogares sumidos bajo el agua, puentes y carreteras destruidas. Cosechas que no volverán a ver la luz del día.
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¿Qué hacer cuando no te queda nada? Es la pregunta que inunda las calles de Pakistán después de que el monzón haya dejado a más de 20 millones de personas sin saber cómo seguir adelante. Conocemos la situación desde el terreno esta semana de la mano de Federico Schivo, coordinador adjunto de la cadena de suministro de Médicos Sin Fronteras (MSF) quien nos atiende desde Karachi, una de las provincias más afectadas por las lluvias. Además, analizamos las amenazas híbridas de la geopolítica actual con Moussa Bourekba, coeditor del CIDOB Report. Miramos a los referéndums de independencia en las repúblicas populares de Donestk y Luganks en la sección de Descifrando La Guerra de la mano de su coordinador, Alejandro López y viajamos a través de la historia con las efemérides de Sofía Torres
Pakistán ha anunciado ayudas. Dinero para la recuperación, pero no es suficiente. Ni eso ni la ayuda de los organismos internacionales que ven que el quinto país más poblado de mundo tiene más de medio millón de desplazados, sin agua potable y sin atención médica.
Un 30% de los sistemas de agua han resultado dañados. Exposición directa a enfermedades erradicadas. 9 personas han fallecido, según los últimos recuentos, por gastroenteritis, diarrea aguda y posible malaria que ha traído consigo el diluvio.
Monzón devastador con 3.000 kilómetros de carreteras que ha dejado reducidos a escombros de asfalto que impiden el paso de las ambulancias y camiones humanitarios que no pueden llegar a las 680.000 viviendas de las que no queda ni un techo sobre el que refugiarse.
Una catástrofe a escala “´épica". Lo decía esa semana el secretario de Estado para el Cambio Climático. Desastre natural comparable con las lluvias de hace más de una década, las de 2010, en las que 20 millones de pakistaníes se quedaron sin hogar.
El miedo pakistaní
Pakistán inundado cuando hace solo unos meses el país vivía una de las peores olas de calor de su historia con temperaturas cercanas a los 52 grados en ciudades como Jacobabad donde lo que se ve ahora es una buena parte de la ciudad bajo el agua.
Pakistán es uno de los países más vulnerables a los extremos causados por el cambio climático. Junto con España, mira a 2030 con el miedo al gran éxodo de los migrantes climáticos, los damnificados por la destrucción de la tercera parte de los sistemas de abastecimiento y saneamiento de la zona, que tanto tiempo y esfuerzo llevó construir.
En el caso pakistaní, su aportación al calentamiento global la dejamos sobre el cero. ¿El precio que tendrá que pagar por las desbandadas con el Planeta de Occidente y la China en Oriente? El más alto.
La cuadragésimo tercera economía del mundo por PIB y una deuda pública que se acerca al 74% en su ratio con la producción, Pakistán es la joya de la corona de la Nueva Ruta de la Seda china. El corredor económico del país con Pekín es la pieza más importante del plan con proyectos de infraestructuras valorados en 46.000 millones de dólares.
La posición geográfica de este país de mayoría islámica a medio camino entre el desarrollado Oriente Próximo y el explotado Oriente Medio hacen de Pakistán la niña de los ojos de las grandes potencias del continente.
Nexo de puertos en Guadar y Karachi con el norte del país y las regiones occidentales chinas de Xinjiang y Asia Central a quienes conectan por carreteras y ferrocarriles.
Calamidad "bíblica"
Pese a su prosperidad, de momento, el de Pakistán es un proyecto fallido porque al igual que con otras iniciativas a lo largo de la Nueva Ruta de la Seda, como las de Myanmar, Pekín se enfrenta a la realidad política y burocrática de Pakistán. Las empresas chinas se han quejado de las malas prácticas comerciales pakistaníes, como los retrasos en la concesión de licencias y pagos, y de la corrupción.
En paralelo, la deuda externa de Pakistán no ha dejado de aumentar. Entre 2018 y 2020, los últimos datos actualizados, de 95.200 millones a 112.800 millones de dólares.
Mientras, un tercio del país hundido, lo dice la ministra para el cambio climático, Sherry Rehman. Inundaciones que hoy, varias semanas después, se siguen sucediendo por un monzón con “esteroides” que sume al país en una calamidad “bíblica” que desespera a quien lo vive y obliga a esperar, a dejar pasar el tiempo, justo lo que los pakistaníes no tienen.