A4Revolution: cuando no se pide democracia, pero China ansía la normalidad

La apuesta que dibuja la gran historia alternativa en la que vive China a la deriva y desesperados. Esa es la China que se dibujaba en 1988 con una inflación en el 18,5% y un 21% de los trabajadores que veían cómo poco a poco se mermaba su poder adquisitivo.

Una China parecida es la que dibuja en 2022 la segunda economía del mundo y la nación más habitada del planeta.

El problema no es, en todo caso, ni las fuerzas de seguridad que cargan contra los manifestantes ni, mucho menos, los que protestan porque llevan tres años encerrados y ven que mientras el mundo bebe, juega al fútbol y se enamora ellos por un contacto COVID tienen que irse a casa tres semanas a estar solos.

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Porque en esencia ese es el problema: que los chinos viven con el miedo a no poder volver a ser quienes eran antes de la aparición del maldito virus. La democracia se pide, pero con la boca pequeña porque China no ha sido una democracia, pero es que tampoco quiere serla.

Los chinos ansían una vida normal para un país con una economía de mercado en la que el Estado es el mayor de sus clientes.

Por supuesto, China no es ni remotamente débil o marginal, pero sí que que está perdiendo fuelle. Miedo existe en unas calles donde la disidencia como la de los estudiantes de Hong Kong se solventó en 2020 con detenciones, pero que vuelve con folios en blanco en la mano. China quiere su propio estatus y espacio internacional.

La posición adoptada es de “combate” frente al enemigo que se aparezca. El inmediato: Estados Unidos. El no deseado: la Unión Europea y la mala influencia que es la Rusia en guerra de Vladímir Putin de la que toma distancias por lo que está sucediendo en Ucrania.

Miedo a no sobrevivir

Ahora, de lo que tienen miedo los chinos es de ser pobres.

Entre 1980 y 2020, la economía china disfrutó de una tasa de crecimiento promedio anual del nueve por ciento en el PIB real. Sin embargo, para el próximo año, el Fondo Monetario Internacional espera que la economía china crezca menos del cuatro por ciento.

Aunque el crecimiento de China debería seguir siendo positivo, la magnitud de una desaceleración tan aguda de la trayectoria anterior de hipercrecimiento es el equivalente chino de una recesión.

Mucha culpa tienen los bloqueos económicos por la COVID porque cuando no es el cierre de una fábrica de iPhones es que los de Tesla no pueden construir coches por un contacto estrecho de COVID y cuando nada de esto aparece en los titulares es al ratón Mickey de Disney en Shanghai al que han encerrado en casa por lo que pueda pasar.

China hoy tiene menos jóvenes que hace años. La población envejece y con ello la masa que puede trabajar. Hay más gasto público y los cisnes negros siguen creciendo.

¿Hablamos ya del final de la pandemia?

Desde Natixis, en Capital Radio, nos decía su investigadora jefe para Asia-Pacífico, Alicia Herrero, que no. El devenir de los acontecimientos es incierto. Lo vemos en los mercados aunque grandes cambios, a estas alturas, no se esperan.

¿Temores a la represión? Todos los que quieran. ¿A una crisis económica? Si los de a pie allí nos dicen que tiene miedo, no podemos confiar en que el terremoto no nos termine sacudiendo. Y la gran pregunta del millón: ¿dará XI Jinping marcha atrás? La gran paradoja del poder que amenaza con el letargo del dragón dormido. Ese que por mucho azotarle, no despierta. ¿O sí?

¡Ojo!

Además, de la mano de Descifrando La Guerra analizamos la figura del expresidente Jiang Zeming quien ha fallecido a los 96 años. Además, damos alas a la nueva iniciativa de crowfunding de su sitio web disponible en Goteo.org