La kuna deja de ser una moneda más en Europa y pasa a engordar los libros de historia financiera de un viejo continente con el aterrizaje del euro para que el que se configure como el vigésimo socio en compartir la divisa.
Un euro que entra a formar parte del día a día de un país como Croacia de casi 4 millones de habitantes que viven mirando al Adriático. ¿Qué consecuencias financieras puede tener para el resto de socios comunitarios?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto con Javier Luengo:
Nueve años después de su integración en la Unión Europea, Croacia ya es el vigésimo país en incorporarse a la zona del euro a partir del 1 de enero de 2023. Los indicadores sugieren que el uso de la moneda única beneficiará a la economía croata
Con más de 27.000 millones de euros en reservas de divisas, lo que sería el 40% de un PIB que entra a formar parte de un club con países en peor situación financiera que Zagreb si, entre otras referencias, nos fijamos en los rendimientos de los bonos a 10 años croatas que tocan el 3,5%, por debajo de los italianos o griegos.
Es Nives Malenica, embajadora de Croacia en España, con quien hablamos en Mercado Abierto para analizar la entrada de su país a una alianza económica que ha traído a Europa uno de los mayores periodos de paz y prosperidad desde el fin de la Segunda Guerra Mundial con la salvaguarda de aquel whatever it takes que marcó el final de una crisis financiera como la de 2008 que acabó con los sueños de muchos en Bruselas, Estrasburgo y Frankfort.
La llegada de Croacia a la familia del euro con el Año Nuevo fue el punto de partida del año para una presidente del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde que destacaba hace unas horas el compromiso del país para conseguir ser - con todas las de la ley - un socio más al que le marquen el compás las siete reuniones anuales del Consejo de Gobierno de un BCE en cuanto a política monetaria.
Y esto con una crisis inflacionista por la guerra sonando de fondo.
Inflación al alza
Sobre la mesa están los efectos negativos - como en su momento los tuvimos otros - de la entrada en circulación del euro como moneda de pago en Croacia. Los expertos hablan de la inflación y, aunque consideran que no serán muy negativos, estiman que el repunte puede ser de hasta dos décimas de rebote de media como nos pasó a los españoles allá por 2001.
Así, el objetivo es que en 2023 la inflación caiga hasta el 5,7% frente al 13,5% actual. Algo así como la tarjeta que nos dieron a nosotros para ir a la panadería, los comercios croatas ya han avanzado que para mejorar la transparencia, desde septiembre llevan mostrando los precios tanto en kunas como en euros. Una práctica que llevarán hasta finales de año.
Sin fronteras
Con la entrada en el euro, Croacia firma también su adhesión al espacio Shenghen. Sin fronteras, controles de pasaportes ni colas en los aeropuertos. Así lo ha vendido en las últimas horas la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von Der Leyen.
La zona, establecida en 1995, está integrada por 26 países y la habitan 419 millones de habitantes que pueden circular sin necesidad de pasaporte por las fronteras comunes, un libre tránsito del que se beneficia de forma clara el turismo y que mejorará, previsiblemente, sus perspectivas económicas.
Solo 15 países en el mundo están en la OTAN, la UE, la Eurozona y el área Schengen. Y Croacia es uno de ellos.
Son palabras del primer ministro conservador, Andrej Plenkovic, al tiempo que ensalzaba la semana pasada la importancia del ingreso en la economía del país para el turismo. Esta industria abarcó el año pasado el 24,5% del Producto Interior Bruto, una cifra muy superior a la media de la Unión Europea (6,5%) y casi el doble de la que presentaba España en 2020, antes de la pandemia, cuando el turismo aportaba el 13,5% del PIB.
La especificidad de Croacia reside aquí, en el turismo. Y es que mientras que la Unión Europea apuntala su presencia - e influencia - en los Balcanes solo el 55% de los croatas respalda la llegada del euro, según el Eurobarómetro de junio. Además, el 81% de los croatas está convencido de que el coste de la vida va a aumentar.
Pero la llegada de Croacia a la Eurozona puede producir también un cambio no tan visible, pero igualmente importante para el futuro de la política monetaria.
Así, entre los pros de la alianza. Para Zagreb recorta los costes de cambio de divisas más allá del turismo por unos de 1.200 millones de kunas al año.
La adopción del euro en Croacia costará a los bancos locales alrededor de 1.000 millones de kunas anuales en tarifas de conversión perdidas, pero el cambio reduce los riesgos cambiarios y mejora la estabilidad, según la asociación nacional de bancos. También se espera que el euro haya costado a los bancos entre 80 y 100 millones de euros en gastos únicos para adaptar sus servicios de TI y redes de cajeros automáticos.
En definitiva, Croacia ve a la Unión Europea como el gran paraguas sobre el que protegerse. Nosotros a ellos los vemos como a uno más y una manera de crecer mirando hacia el este y unos Balcanes que mucho tienen que enseñarnos aunque en muchas ocasiones hagamos oídos sordos.