1,9 billones de yenes, esta es la cifra que Toshiba necesita para cerrar el agujero dejado por Westinghouse, su negocio nuclear en Estados Unidos. El objetivo de la nipona es vender su negocio de semiconductores para paliar esos números rojos.
Novias no le faltan, pero no consigue llevar a ninguna al altar. Este miércoles, Toshiba se ha disparado un 4% en el Nikkei japonés después de que los auditores hayan dado el visto bueno a sus cuentas. Sin embargo, el embolso de los 1,9 billones de yenes sigue lejano.
Las conversaciones con la estadounidense Western Digital, su socio en la unidad de semiconductores, siguen estancadas. El conglomerado nipón celebra hoy una reunión de su consejo de administración para debatir sobre las ofertas que ha recibido, entre ellas la del consorcio de Western Digital, la de otro que incluye al fabricante de chips surcoreanos SK hyinx y a fondos de inversión de EE.UU. y Japón, y otro organizado por la taiwanesa Hon Hai (Foxconn).
El último movimiento de Western Digital ha sido desbloquear la venta con la retirada de su oferta. Una respuesta que aceleraría el traspaso, ya que los directivos japoneses no se mostraban muy predispuestos a dar luz verde al montante de la estadounidense, ya que rompería las reglas antimonopolio.
Eso si, la retirada no será gratuita, ya que como contrapartida Western Digital desea fortalecer su posición en la joint venture que tienen ambas compañías. La empresa estadounidense ha dificultado la venta a terceros de la unidad de chips, alegando que la participación de otra compañía en las instalaciones que administra con Toshiba podría afectar a su resultado y causar pérdidas.