Desde temprana edad aprendemos que "a una persona alta se le escucha desde el primer minuto por su porte imponente", explica Sánchez Reina. Sin embargo, las personas bajas deben ganarse esa atención mediante el desarrollo de habilidades intelectuales: "invertimos en altura intelectual porque la naturaleza nos ha hurtado la altura física".
Se trata de una discriminación inconsciente: "a lo que es alto le atribuimos mayor poder, probablemente por nuestra época cavernícola donde imperaba la ley del más fuerte", señala el autor de El mentor. Sin embargo, las personas bajas tienen una serie de ventajas: suelen ser más carismáticas, tienen mayor autoconfianza y determinación y son más longevas.