Isolux se acoge al cuarto mayor concurso de acreedores de la historia de España. En los últimos cuatro meses, la compañía no ha conseguido enderezar sus cuentas ni captar un inversor que la rescate.
Es la segunda vez que Isolux intenta reestructurar su deuda. La primera fue hace justo un año, cuando sus bancos acreedores pasaron a controlar la compañía, entre ellos, CaixaBank y Bankia.
Isolux es la séptima constructora por tamaño de España y la primera no cotizada. La compañía cuenta con una deuda de más de 2.800 millones de euros. Su concurso ocupa el cuarto puesto entre los mayores concursos en España tras Abengoa, Fadesa y Reyal Urbis. Ahora se declara en quiebra con un agujero de unos 800 millones de euros y una plantilla de 3.880 personas tras el ERE pactado el año pasado.
Los inicios de Isolux se remontan al año 1933, cuando trabajaba bajo el nombre de Isolux Wat, una compañía dedicada a la gestión de proyectos en sectores como telecomunicaciones, energía, industria y obras hidráulicas.
En el año 2004, la compañía inició una estrategia para crecer y posicionarse como prestador de soluciones integrales. El objetivo era diversificar sus actividades y potenciar cuatro grandes áreas de negocio: ingeniería, construcción, concesiones y servicios. Bajo esta estrategía, adquirió Corsán-Corviam, dedicada a las concesiones y promociones inmobiliarias. Y así fue como nació el grupo Isolux Corsán.
Aunque Isolux no cotiza en bolsa, sí ha intentado debutar en el parqué en varias ocasiones, aunque todas ellas fallidas: la última fue a principios de 2015, pero también fantaseó con la idea en los años 2001, 2006 y 2008. Al final, el cartel de “aplazado” se convirtió en un habitual.
A lo largo de su historia, la compañía ha sido la joya empresarial de varios accionistas, como fue en su día la antigua Caja Castilla La Mancha, que poseía un 12’5% de la compañía. Pero desde diciembre del año pasado, los propietarios de bonos y la banca son los principales accionistas de Isolux: destacan Caixabank, Santander y Bankia. De hecho, Caixabank y Santander son las dos entidades más perjudicadas por la quiebra de Isolux: Santander se lleva un recuerdo de 800 millones en pérdidas, 600 millones en el caso de Caixabank.