Momentos de tensión y volatilidad en los mercados y lo que nadie quiere escuchar comienza a tomar forma. Doce letras para una palabra que levanta a los peores fantasmas de épocas pasadas: estanflación. ¿Cómo proteger la cartera? ¿Qué pasó la última vez que la sufrimos? ¿Estamos preparados?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
Los bancos centrales y expertos aseguran que todavía no estamos en el escenario de 1977, pero que podría terminar llegando
La alerta es máxima, pero no como en el Chernóbil de 1986 y, también, un poco en el de este 2022 de guerras pero hay que estar tranquilos. ¿Habrá ralentización del crecimiento económico? sí, lo dice ya hasta la Reserva Federal.
¿Tendremos altas tasas de inflación, al menos, en el corto plazo? Sí, esto viene de boca de la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. Entonces, ¿estamos abocados a la estanflación? No.
¿Por qué? Porque el fenómeno, como tal, de bajo crecimiento e inflación alta se va a dar, de hecho, se está dando, pero no en los números como para hablar, como tal, de estanflación.
La situación (nótese la ironía) es envidiable. Una pandemia que dos años después se recrudece en su origen, China. Una guerra provocada por un oligarca, Vladímir Putin con ansias imperialistas. Una guerra que ha obligado a refugiarse en terceros países a más de cinco millones de personas y, por si fuera poco una ola de polvo subsahariano que no nos deja respirar, por si las mascarillas no hicieran bien su trabajo.
Y otra cosa más. El posible peligro nuclear que se abre en Japón con movimientos tectónicos que provocan tsunamis y que, potencialmente, ponen en liza la seguridad de la central nuclear de Fukushima, si recuerdan, aquella que el 11 de marzo de 2011 se venía abajo por un movimiento de la tierra nada desdeñable.
Pues por si fuera poco con los capítulos de la historia que nos ha tocado vivir (varias crisis económicas mediante) ahora otra más.
Secreto a voces
La estanflación, hay que decirlo, ya había voces que nos decían que se acercaba, poco a poco, como el invierno de Juego de Tronos. Nouriel Roubini, el prestigioso economista estadounidense ya decía en verano que las políticas monetarias actuales eran demasiado laxas. Que aquello de no tocar el precio del dinero y seguir inyectando liquidez en un mercado con escasez de oferta no era una buena idea.
Pero ninguno de los grandes bancos centrales, ni la Reserva Federal, ni el Banco de Inglaterra, ni el Banco Central Europeo, como escuchaban a sus máximos dirigentes en otoño hicieron caso.
Ahora, en marzo de 2022, todos han vuelto a hablar y modifican el mensaje porque ven cómo el castillo de naipes se viene abajo aunque tampoco lo hacen deprisa y corriendo. Incertidumbre por lo que pasará con la guerra y materias primas canceladas (como el níquel en Londres) o disparadas (como el trigo) están haciendo de las suyas en un mercado que un día se hunde y al siguiente rebota como si nada.
¿Qué hacer con el dinero?
Solventadas ya las dudas. Asustados ya todos los fantasmas que valgan. Estanflación va a haber, vale. Ahora queda saber cómo manejarla. Uno puede ir a por lo de siempre que, ahora, está barato, según Lola Solana, de Santander Asset Management.
¿Un sector en concreto? Las finanzas.
Bien, aquí el mercado español tiene potencial. Enrique Zamácola, director de Link Securities, nos habla de otro de los “clásicos” del IBEX que ahora, por lo aburrido que es, gusta: Telefónica.
En definitiva, las compañías menos endeudadas, como nos confirma también Ignacio Cantos, de ATL Capital aunque él, además, nos da la pista de dónde no hay que estar como, por ejemplo, los bonos.
Bien en Japón (y Asia en su conjunto) por renta variable y bien también en el caso de la deuda.
Por resumir: apostar por Asia y renta fija. Si nos vamos a las acciones, a la renta variable, ojo puesto en Oriente y sus tecnológicas, o bien, firmas ligadas a la salud y las finanzas. Todo esto para no cruzarnos, al menos en cartera, con el fenómeno de la estanflación que, recuerden, en la década de los 70 del siglo pasado ya lo vivimos con una inflación del 44% y tipos de interés sobre el 22%.
Estancamiento más inflación. Estanflación. No están todos los ingredientes de la receta, pero los fundamentos sí. Aluminio, etróleo, gas natural, maíz, soja, trigo, platino, níquel, cobre o paladio están sufriendo ya aumentos espectaculares en sus precios y con ello, todo lo que tengan ustedes, desde un coche hasta el colchón de su cama. Por cierto, debajo del cual lo mismo hay que acabar llevando algún que otro billete.