Nunca llegó a ser lo que el vinilo para la música, ni lo que el Blu-Ray ha supuesto al cine. Objeto de culto para muchos que hoy desaparece. Llenando vertederos hoy tras haber sido el ordenador portátil, de bolsillo, de más de uno.
Desde este lunes, si tienen una Blackberry más les vale subirla a Wallapop y esperar a que los nostálgicos, si no lo son ustedes más, quieran hacerse con un dispositivo al que rendir culto.
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
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Para escuadrones de ejecutivos, periodistas y políticos fue su conexión al mundo. También para el líder del mundo libre, el presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, ha sido su particular ‘reliquia’ que guardar entre paños de oro.
2013 en el “Show de Jimmy Kimmel”, el demócrata retirado dejaba una escena que resume a la perfección el espíritu y la historia de la Blackberry. Obama, entre risas con el público y también junto al conductor del programa, bromean con que el que fuera primer hombre afroamericano en alcanzar la presidencia de la mayor potencia económica del planeta siguiera teniendo, años después incluso de entrar Apple y sus iPhones en el mercado, una Blackberry en el bolsillo.
Le decía a una persona del público que asentía… “usted es de mi generación”. Una generación que hoy se apaga, un poco al menos, con la caída en desgracia del que fuera baluarte de la tecnología de sus tiempos. Aunque, por problemas de seguridad nacional, la Casa Blanca le obligó a Obama a dejar la Blackberry enterrada entre papeles del cajón, siempre fue su gran “historia de amor”, dice, junto a la de su mujer, Michelle Obama.
Al escribir en sus memorias de 2020, "Una tierra prometida", Obama recordaba: "Mi equipo me arrojó un hueso cuando se trataba de conservar mi libertad: pude dejar mi BlackBerry o, más bien, me dieron una nueva, tras varias semanas de negociaciones con los miembros del personal de ciberseguridad".
El demócrata solo podía, con este aparato – ligeramente modificado – enviar y recibir correos electrónicos a nada más que 20 contactos examinados previamente y después de “arrancar” del teléfono el conector para los auriculares y el micrófono. Esto es, ya no era un telefóno.
La idea, como tantas otras veces, vino por el cine y por el futurista filme, Star Trek que a Mike Lazaridis, el que fuera su inventor, le “encendió la bombilla”.
Un teclado QWERTY, una pantalla y conexión a internet. Un tridente hoy escaso, pero suficiente para lo que se buscaba hace nada, hace apenas 10 años.
¿Quién las ha matado entonces?
Porque una Blackberry, a finales de la década de los 2000 era “lo último”. Era la moda.
Con el tiempo, precisamente, fue cuando llegaron Tim Cook y sus nuevos teléfonos completamente táctiles, los iPhone y hasta hoy. Blackberry se quiso modernizar, quiso dar un paso más, pero no convenció.
La competencia decía John Cheng, consejero delegado de la firma en esta entrevista en Bloomberg hace unos años, la competencia “es muy buena”. Ellos querían, pero no podían.
Y decidieron que centrarse en el teléfono, en el dispositivo, no era lo primordial ya que el futuro de los smartphones no se centraba tanto en el “phone”, en el teléfono – dejaron de producirlos en 2016 – sino en el “smart”, en la inteligencia. Y es en el software donde ahora está centrada la compañía.
Vorágine de cambios
Las primeras Blackberry aterrizaron en un mercado muy distinto del que ahora están abandonando.
Por aquel entonces, la competición eran las ya más que olvidadas PDA. Según Gartner, en 2006, eran casi 4 millones de personas los que tenían estas agendas digitales. Ese mismo año, The Economist definió a la Blackberry como “el dispositivo con el que todos los ejecutivos quieren ser vistos, y sin el que no pueden vivir”.
Aunque BlackBerry sigue existiendo como marca hoy en día, la firma en sí está más centrada en el desarrollo de software de seguridad para empresas y gobiernos; lleva desde el 2016 sin fabricar un móvil nuevo y eso, en bolsa, lo acusa.
Desde su salida a bolsa en 1997 la telefónica ha perdido parte de su valor.
El club del olvido
Nokia, Motorola, Ericsson… las grandes olvidadas. El ostracismo en el que hoy también se adentra Blackberry. Una forma de mirar al mundo. Símbolo de una generación, los millenials. Recibir una y tenerla – ya no digamos saber usarla – era un modo de escalar en la estructura social. Un teclado y una pantalla. Nada más. Y nada menos. Un dispositivo que, al final, no ha sido más fugaz del mundo que prometió. La Blackberry, desde hoy, ya no sirve, como rezaba su primera campaña publicitaria para "hacer cosas. Para hacerlas diferente".