La algoeconomía forma parte de nuestra vida diaria. Es lo que determina qué publicaciones aparecen en nuestro muro de noticias de Facebook. Es lo que nos ofrece sugerencias en función de nuestros gustos en plataformas de streaming como Spotify o Netflix. Es lo que utiliza Amazon cuando nos muestra productos que han buscado otros usuarios y que podrían interesarnos porque hemos hecho una búsqueda común. Todo eso es algoeconomía, la economía encargada de identificar y extraer el valor real de los datos. Es lo que decide qué vemos y qué no.
Los asistentes virtuales como Siri, Cortana o Google Now entran en el mismo saco. Según las predicciones, en 2020 estos asistentes se encargarán del 40% de las interacciones digitales. Es decir, más Cortana, menos Windows.
Porque el reto va más allá del Big Data. El desafío ahora está en saber utilizar los datos recopilados y desarrollar los algoritmos necesarios para que las compañías puedan aportar valor añadido. Y es que conseguir y recopilar datos no sirve de nada si las compañías no saben cómo gestionarlos. Para ello es indispensable utilizar algoritmos.
Ahora bien, los algoritmos son operaciones que siempre se han utilizado en la economía. Lo especial ahora es el uso que le dan determinadas compañías para mejorar la interacción con sus usuarios.
Los algoritmos serán clave en los procesos de los negocios. Su economía ya ofrece nuevas oportunidades centradas en el Big Data y la seguridad de los datos. Pero hay quien va más allá. Porque la cuestión no está en conocer la economía del algoritmo, sino en conocer cuál es la lógica del algoritmo, para qué se utilizan nuestros datos.
En esta misma línea, la canciller alemana Angela Merkel apeló a la necesidad de una mayor transparencia en los algoritmos. Conocer su lógica nos permitiría saber cómo influye nuestro comportamiento en Internet.
La economía del algoritmo es el próximo gran salto en la evolución del Internet de las Cosas. Pero conocer su lógica es uno de los grandes retos de la era digital.