Este jueves miramos al cielo. Después de conocer que el Departamento de Justicia de Estados Unidos está investigando la fusión entre American Airlines y JetBlue, dos de las mayores aerolíneas del país por un posible caso de concentración del mercado. ¿Qué supone esta operación para el mercado del turismo? ¿Qué no convence a los reguladores?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
El Departamento de Justicia tiene pendiente deliberar un caso en el que se acusa a las compañías de posible monopolio en el sector
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Noticia que lleva en portada este jueves The Wall Street Journal. A los reguladores estadounidenses les preocupa que este acuerdo entre American Airlines y JetBlue pueda incurrir en un caso de monopolio y a la imposición de tarifas “infladas” en nodos de conexión del tráfico aéreo claves a nivel mundial como son el aeropuerto de J.F. Kennedy de Nueva York o el aeródromo de Boston.
Según el rotativo estadounidense, los funcionarios del Departamento de Justicia tiene ciertas “reservas” sobre este acuerdo, en un claro movimiento por parte de la Administración de Joe Biden en cuanto a la aplicación de las nuevas leyes antimonopolio que el demócrata prevé impulsar durante su legislatura.
La investigación lleva abierta meses aunque desde enero se ha intensificado sin todavía haber llegado a una conclusión definitiva ya que, además, es un caso complejo debido a que implica a diferentes departamentos o “ministerios” ya que a pesar de que las competencias de investigación las tenga Justicia, la opinión del Departamento de Transporte cuenta, y mucho, debido a que este organismo tiene una amplia autoridad sobre esta industria y tiene la responsabilidad de deliberar cuál será el final de todo este proceso ya que fue una operación que recibió la luz verde en los últimos días de la administración de Donald Trump.
"Alianza estratégica"
American Airlines y JetBlue anunciaron su alianza en julio de 2020 bajo la premisa de que, a partir de su entrada en vigor, sendas aerolíneas se repartirían los diferentes trayectos que operan cada una de ellas para impulsar el mercado y reducir costes o, al menos, esas fueron las palabras que pronunció el CEO de American Airlines, Doug Parker.
"Hemos hecho un buen trabajo reduciendo los costes y planteando alianzas estratégicas como es la de JetBlue. Estamos preparados para volver y cuando toque, ahí estaremos”, decía Parker.
Los efectos de esta asociación ya se comenzaron a ver a comienzos de este 2021 mediante el lanzamiento de programas de fidelización y la fusión de algunos de sus activos así como de las hojas de ingresos. Como telón de fondo también quedan las intenciones de ambas operadoras para crecer en el mercado aeronáutico del noreste de Estados Unidos, con una gran concentración del mercado y monopolizado por la presencia de la ciudad de Nueva York, que, en estos momentos, lideran otras compañías como Delta Airlines o United Airlines.
Tras meses de investigación y con la lupa puesta sobre las más de mil hojas de proyecto que les presentaron a las autoridades estadounidenses, el Departamento de Transporte aprobó la operación tras acordar que tanto American Airlines como JetBlue se deshicieran de algunas de las rutas que operaba entre Nueva York y la capital federal, Washington D.C.
Además de comprometerse con nuevos objetivos de aumento de plazas para asegurar la competitividad del sector. Para cumplir también han puesto en marcha 36 nuevas rutas internacionales que, según American Airlines, no podrían haberlo hecho sin la alianza con JetBlue.
Falta de competencia
Sin embargo, precisamente hay críticos dentro de los reguladores con esta última medida, la creación de nuevas rutas. Éstos aseguran que los llamados acuerdos de código compartido entre aerolíneas, en los que venden los vuelos de la otra en algunas rutas, pueden ser problemáticos si las operadoras asociadas son rivales clave y, en consecuencia, deciden retirarse de la competencia, lo que fomentaría una situación monopolística en algunos trayectos.
Algunos aeropuertos y aerolíneas rivales han criticado abiertamente esta alianza, diciendo que JetBlue pasará de ser un competidor contra American Airlines a un “amigo” lo que perjudicará a los “clientes”.
Con todo y con ello, no se puede obviar que esta operación, pese a venderse como “estratégica” responde a una crisis financiera del sector como consecuencia de la paralización de los viajes en todo el mundo, también dentro de Estados Unidos, por la presencia de la COVID-19. Un año con los aviones en tierra, sin ingresos y con los costes de manutención y alquiler de los espacios han hecho mella en las hojas de gastos e ingresos de las compañías. Por eso, ahora que ven cómo el turismo se asoma a la recuperación de la mano de las vacunas no quieren “arriesgarse” a “perderlo todo”.
Desde la otra parte del acuerdo, en JetBlue, la quita aerolínea del país por tráfico antes de la pandemia del coronavirus, firman de manera similar.
¿Reparto del mercado?
A la espera de ver cómo se impulsan los viajes y la gente comienza de nuevo a salir de casa, lo que está claro es que el sector está en el ojo del huracán. Sin embargo, esta no es la primera vez. Nos tenemos que remontar a 2016, hace ahora cinco años, cuando JetBlue perdió una batalla en los tribunales a cuenta de la oferta de compra sobre Virgin American que se la terminó arrebatando Alaska Air, lo que supuso un balance desigual en las cuentas de la empresa.
Y es que durante años el Departamento de Justicia ha tenido bajo presión a un sector que durante la administración de Barack Obama, abrió una investigación sobre una posible colusión de las aerolíneas, es decir, un acuerdo para repartirse el mercado, prácticas contrarias al mismo, pero que terminó cerrando sin conclusiones claras y sin haber tomado medidas contra las compañías.
Por eso, lo dicho, no es la primera vez que sienten turbulencias las aerolíneas aunque sí que es un caso que podría suponer un vuelco al competitivo mercado aeronáutico de Estados Unidos.