Pero pongámonos un poco en contexto. Desde principios de año, el paladio se ha revalorizado un 15%, si ponemos la vista en enero del año pasado, el precio ha subido un 46% y si nos remontamos hasta a 7 años atrás, el par onza de paladio/dólar ha subido un 148%.
¿Qué es lo que está pasando para que hayamos visto esa increíble subida en tan poco tiempo? Pues para saberlo tenemos que poner el foco en la demanda y la oferta de este metal precioso.
Desglosemos. Primero, según datos de la gestora de metales preciosos Johnson Matthey, la demanda mundial de paladio subió un 8% hasta las 10 millones de onzas. Y de esas 10, un poco más de 8 millones eran exclusivamente para la fabricación catalizadores de coches, la cifra más alta de la historia. Ojo, porque esto es la clave de todo: los catalizadores son un componente del motor del automóvil que sirve para reducir gases nocivos como el dióxido de carbono que expulsa el coche.
Y aquí entra en juego la legislación y el dieselgate. En 2017 entró en vigor una ley en Estados Unidos que limitaba las emisiones de gases nocivos. ¿Y cómo podían los estadounidenses controlar el volumen de gases que emitían sus coches? Con los catalizadores de paladio. Y efectivamente, eso unido al furor de que los coches diesel contaminaban como los que más, aupó al precio del paladio.
Por un lado tenemos esa demanda que ha subido, y por el otro la oferta, que ha caído. En 2017 bajó un 6%. Un 78% de la producción total de 2017 está en manos de Sudáfrica y Rusia. Y el segundo, Rusia, produjo un 13% menos ese año.
Y como dicta la ley de oferta y demanda, si la demanda excede a la oferta, el precio aumenta. ¿Seguirá subiendo? Y si es así, ¿hasta dónde? No lo sabemos, pero analistas como Raúl Álvaro, de iBroker, le auguran un buen futuro.
La desaceleración. Esa sería la perdición del paladio. Aunque otros analistas también estiman que el boom de los coches eléctrico también podría acabar con ese comportamiento de récord de este metal precioso porque desaparecería la necesidad de usar catalizadores, que representan ni más ni menos que un 80% de la demanda.