El endurecimiento en la postura de los socios comunitarios con Reino Unido respecto al proceso de salida de la UE ha hecho que Italia se diera cuenta de que el pulso con Bruselas “no iba a terminar bien”, por lo que han modificado sus números. Aunque de cara al electorado el Gobierno transalpino lo venda como un éxito será difícil implementar las medidas prometidas, como la renta básica o la reducción de la edad de jubilación.
A las diferencias internas del país y del grupo político gobernante se suma la rápida desaceleración de su economía. Italia ha vuelto a rebajar la previsión de crecimiento del PIB para 2019 del 1,5% al 1%. Galasso cree que las previsiones del Ejecutivo se basan en “unas cuentas que no van a salir”.