Las exportaciones de China se han contraído inesperadamente en abril, pero las importaciones han sorprendido con su primer aumento en cinco meses, pintando un cuadro mixto de la economía en un momento de máxima tensión a costa de las negociaciones comerciales entre Washington y Pekín.
Las exportaciones chinas disminuyen un 2,7% con respecto al año anterior en abril, revirtiendo la ganancia del 14,2% en marzo, según la Administración General de Aduanas. Las importaciones suben un 4% respecto al año anterior, después de caer un 7,6% en marzo.
Por tanto, el superávit comercial se sitúa en 13.800 millones de dólares en el cuarto mes del año, dato inferior al superávit de 32.700 millones de dólares registrado en marzo y a lo esperado por el consenso del mercado. Tras poner en marcha varias medidas de estímulo económico que impulsaron las cifras del mes anterior, las lecturas de abril arrojan un crecimiento general más moderado.
Los datos llegan en pleno estancamiento comercial y los aranceles están pasando factura a las exportaciones del gigante asiático. Aún así, el superávit comercial de China con Estados Unidos vuelve a crecer, aunque ligeramente, desde los 20.500 millones de dólares de marzo a 21.010 millones de dólares en abril.
Los datos comerciales, que normalmente serían mirados con lupa en busca de pistas sobre el estado de salud de la segunda economía más grande del mundo, han quedado opacados por las preocupaciones derivadas de la guerra comercial, pero ofrecen pistas sobre cómo este conflicto afecta a China.
Algunos analistas creen que los recientes signos de mejora, tanto en la economía china como en la estadounidense, pueden haber endurecido sus posiciones de negociación tras meses de progreso. Pero incluso si las delegaciones de ambos países llegan a un acuerdo esta semana, las perspectivas de crecimiento mundial probablemente implicarán un crecimiento moderado de las exportaciones chinas.
Las importaciones crecen: ¿se fortalece el consumo interno?
El crecimiento inesperado del 4% en las importaciones supera con mucho las previsiones del consenso del mercado, que pronosticaba una caída del 3,6%. La mejora sugiere una cierta mejora en la demanda interna a medida que Pekín sigue inyectando estímulos a la economía, como el aumento del gasto público en carreteras, ferrocarriles y puertos, y el incremento de los préstamos bancarios.
Además, los buenos datos de actividad fabril de abril, a pesar de la guerra arancelaria, hicieron pensar si la desaceleración china había tocado fondo por el momento. La actividad fue más débil que el mes anterior, pero mejoró con respecto a febrero, cuando los indicadores manufactureros cayeron a su nivel más bajo de los últimos tres años. Esta idea queda ahora en el aire tras el mal dato de ventas al exterior del último mes y las dudas que planean sobre el comercio global.
Las cifras se suman al debate sobre cuánto estímulo más necesita China para generar una recuperación sostenible. Las expectativas de un mayor apoyo a la economía se intensificarán tras conocerse el retroceso comercial de abril mientras Pekín intenta equilibrar para apuntalar su modelo orientado al consumo y sin arriesgarse a que la deuda aumente rápidamente.
Por el momento, el banco central chino anunció el lunes que recortará la cantidad de efectivo que algunos bancos deben mantener como reservas para ayudar a apuntalar los mercados financieros nacionales afectados por las incertidumbres comerciales.