Agosto con sabor de septiembre. Horizonte marcado por la inflación, por el suministro de gas, los recortes de la energía que dejan el mapa de Europa con la geopolítica dada la vuelta y media.
Entre intervenciones de “emergencia” la idea es limitar los precios a corto plazo y a largo cambiar todo el sistema.
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
El sur de Europa se configura como la nueva puerta de entrada de la energía al viejo continente mientras Rusia reduce la oferta y Francia tensiona al bloque comunitario
Mapa de poder y de las relaciones en Europa. Empezando por Francia donde el presidente, Emmanuel Macron, lleva meses queriendo vender la energía nuclear al resto de Europa mientras busca fuentes de gas y petróleo a la desesperada.
Las ha buscado en Qatar, lo ha hecho también Arabia Saudí, lo ha hecho en Nigeria y ahora en Argelia de donde regresaba el sábado a altas horas de la madrugada con el acuerdo verbal bajo el brazo del Gobierno de aquel país para aumentar en un 50% las importaciones de gas hacia Francia.
Un pacto que el portavoz del Gobierno francés no acaba de dar por hecho todavía, a pesar de que en las entrevistas se le pregunta de manera insistente, pero que entre las páginas de la prensa gala está hecho.
Todo tras una discreta reunión en Argel de la máxima directiva de Engie con los responsables de la energética argelina, Sonatrach. Mientras, Francia continúa oponiéndose a una conexión entre España y el resto de Europa para transportar gas.
Dice Macron que tardaría mucho y no serviría para solvertar la crisis actual aunque Berlín y Madrid están dispuestos a sacarlo adelante sí o sí.
Alemania pide más
Y es en este contexto en el que Alemania insiste en que la independencia energética de Europa debe ser incuestionable y Rusia no está dentro de sus planes. Es en este contexto en el que la primera ministra, Elisabeth Borne anunciaba en las últimas horas que las empresas francesas deberán a partir de ahora presentar planes de sobriedad energética y nombrar a un mediador energético que estará encargado de la supervisión y aplicación de los planes de ahorro.
Y es precisamente, por las empresas por lo que hay guerra en Alemania, donde el Gobierno es más dependiente de lo que quiera Rusia, y se está hablando de un impuesto al gas que supondrá alrededor de 500 euros más en la factura de cada vivienda unifamiliar.
Un dinero que se prevé inyectar a las empresas directamente y que se comenzará a aplicar en octubre aunque todavía se desconoce si se incluirá el IVA.
¿Quién debe pagar esto?
Es la gran pregunta que está sobre la mesa desde que se desatara la crisis energética en Europa donde la Comisión ha hablado.
La presidenta, Ursula von der Leyen, anunciaba hace unas horas una “intervención de emergencia” y adelantado una reforma estructural de un sistema, decía, diseñado para “otras circunstancias”.
Paralelamente se ha convocado una reunión de los ministros de energía comunitarios a la que Italia, país en campaña va tratando de convertirse en un socio clave para el resto de Europa. Hacer del sur el nuevo contrapoder en Bruselas y el garante de la seguridad del resto de socios. Esto es lo que se espera de Madrid y Roma y lo que algunos están dispuestos a dar.
Porque fuera hay miedo al otoño y, sobre todo, al invierto. Aquí no tanto.
El problema que hay ahora es uno y claro y es que cada país tiene una combinación energética diferente, desde depender de los combustibles fósiles hasta ser líder en energías renovables, por lo que es poco probable que un enfoque único se adapte a todos.
De la excepción, dicen, nace la norma y desde que hace meses España y Portugal se salieran de las normas de competencia comunitarias, no nos ha ido nada mal. Sin embargo, el principal inconveniente es que los precios más bajos pueden significar más exportaciones en enlaces transfronterizos a países como Francia.
Es decir, los franceses tienen energía a bajo precio, pero a costa de los pagos del consumidor español.
Italia sumida en el caos
En el caso de Italia, se ha pedido durante mucho tiempo un límite en el precio de las importaciones de gas de Rusia para frenar el alza de costes, pero el escepticismo reina en el centro de Europa.
Las renovables sí, pero todavía queda tiempo y desacoplar el gas del sistema es una solución aunque extremadamente difícil. Entretanto, este miércoles se vuelve a cortar por mantenimiento el enlace del gasoducto Nord Stream y los precios mayoristas superan los 1.000 euros el megavatio/hora.
Para luchar contra ello, Noruega dice que reforzará los gasoductos con Alemania mientras África y Oriente Medio tratan de ganar influencia en un viejo continente que a una nueva crisis, otra vez, llega sin los deberes hechos.