Al sur de Rusia y al oeste de China, a caballo entre Europa y Asia, se encuentra Kazajistán. El mundo vuelve de las vacaciones y mira con estupefacción al noveno país más extenso del mundo. Uno de los menos poblados y más ricos de la zona.
Las calles, en estos momentos, incendiadas y en marcha una “operación antiterrorista”, en palabras de su Gobierno, que hunde a las criptomonedas y dispara a las materias primas.
¿Qué está pasando? ¿Cómo van a acabar los enfrentamientos?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
La crisis en las calles del país de Asia Central amenaza con cerrar parte de la minería de bitcoin y disparar, por la escasez, los precios del petróleo, gas o uranio
- 2022: año "magnífico" en un Wall Street sobrepasado de retos
- La reforma de la reforma laboral entra en vigor: ¿y ahora qué?
A pesar de las dificultades y sus diferencias con respecto a las vecinas repúblicas euroasiáticas del sur, tras la caída hace ya 30 años, en 1991 de la caída de la URSS – Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas – Kazajistán surgió de las cenizas que Moscú dejó a su paso y, en pocos años – tres décadas – se ha conseguido posicionar como una de las potencias económicas de la zona con el mayor PIB per cápita de entre los istanes - Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán y Tayikistán.
¿De dónde procede esta fortaleza? Del suelo que pisan los kazajos. De los 118 elementos que se tienen detectados en la tabla periódica, 99 se encuentran bajo los pies de esta extensa república con una frontera de más de 6.800 kilómetros que comparte con Rusia, autocracia con la que comparte más de una característica.
Lo que empezó hace 48 horas como una siempre protesta aislada por el aumento de los precios de la energía se recrudece por momentos con las fuerzas de seguridad cargando contra la población civil y un presidente, Kasim-Yomart Tokáyev que hace unas horas, en un mensaje televisado a la nación avisaba: “Quien no se rinda, será destruido” y anunciaba que había dado orden de disparar a matar sin previo aviso contra los manifestantes que se encuentren a esta hora en las calles.
Para contener las protestas se ha declarado el estado de emergencia en dos de las ciudades de la nación y la Rusia de Vladímir Putin ha enviado a 2.500 militares al país, tal y como se desprende de informaciones publicadas por la agencia de noticias Ria-Novosti.
Una medida que, entre líneas, supone la ampliación del control de Moscú sobre el territorio exsoviético ya que se trata de la primera intervención de la CSTO, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva – lo que es la OTAN de Rusia – desde su creación en 1992; asociación en la que participan Rusia, Armenia, Bielorrusia, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán.
Sin internet y 'cryptos'...
En estos momentos es difícil saber lo que, de verdad, está pasando en el país ya que desde el miércoles, el Ejecutivo de Takoyev ha cerrado el acceso a internet e interrumpido la conexión a numerosas plataformas interactivas en la red, entre estas, las redes sociales como Twitter y Facebook.
Esto, además, ha provocado que el bitcoin se hunda un 10% en las últimas horas ya que un 18% de su minería, procedente de Kazajistán, está en peligro. No por que haya menos bitcoin en el mercado, sino por el sentimiento que despierta.
... por la energía
Pero, ¿por qué se protesta? Por la nueva norma que entró en vigor con el Nuevo Año, el pasado 1 de enero a raíz de la nueva legislación energética del país. Hasta ahora, los precios del gas y el petróleo en Kazajistán los controlaba el Gobierno de Astaná. Desde hace siete días, el mercado ha tomado el volante de la nave y la factura para el consumidor se ha duiplicado.
La inflación – sobre el 8,4% de crecimiento interanual – ha sido otro de los detonantes y el sistema autoritario de Gobierno no ayuda.
Para relajar los ánimos, este pasado miércoles, Tokayev disolvía a su Gobierno – aunque él no abandona el cargo - y acordaba bajar los precios del combustible para tener contenta a la población. Pero no le ha funcionado.
Desde el punto de vista político, la crisis puede suponer un punto de inflexión a un Ejecutivo que responde ante hordas que no ven con buenos ojos que Kazajistán termine siendo un satélite en Asia Central de Rusia, China y sus intereses geopolíticos. Europa está preocupada por la situación en el país tal y como aseguraba hace unas horas la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen.
Más allá de esto
¿Por qué son importantes estas protestas? ¿Por qué merecen la atención? Por el bolsillo.
Kazajistán es el mayor productor de uranio del mundo con un 40% del metal radioactivo en su subsuelo. Los precios, desde los disturbios están disparados con un rebote del 8% y, según números de UxC, acercándse a los 45,25$/libra.
Una medida que, en parte, ya está teniendo consecuencias en el mercado. Por cotizaciones, las mineras de Estados Unidos y Canadá están registrando ganancias. ¿La razón? Que sus principales competidoras, las firmas kazajas, están en crisis. Kazatomprom, la firma de más grande del país, dice que no hay escasez inmediata.
Que los plazos de entrega no se están incumpliendo, pero que puede que en los días que vienen esta dinámica se termine rompiendo. Sus títulos, en cualquier caso, que cotizan en Londres hoy están con caídas de casi el 7%.
A diferencia de las instalaciones que funcionan con petróleo o gas natural, las plantas de energía nuclear pueden seguir funcionando si los envíos se retrasan, ya que muchas han acumulado reservas. Pero el crudo está subiendo, el gas también. Porque Kazajistán tiene problemas para mantener el impulso de su negociado.
Kazajstán es miembro de la OPEP + con una producción de casi 2 millones de barriles diarios en noviembre lo que supone, según la Agencia Internacional de la Energía, poco menos del 2% del consumo diario del ‘oro negro’ durante este pasado 2021.
Chevron, que posee el 50% de la empresa conjunta que administra el campo petrolero Tengiz de Kazajstán, ya ha confirmado el recorte de producción tras varias protestas en sus instalaciones.
Kazajistán, país de contrastes y en una vorágine de protestas que pueden acabar con el modelo económico y político de un país que a casi 7.000 kilómetros de distancia de Madrid condiciona el devenir de nuestro sistema energético. Kazajistán, hoy airea y abre la ventana a los cambios.