El cómputo global califica tres variables racionales: calidad de vida, calidad institucional y nivel de desarrollo. En el caso de España, no ha habido una caída significativa en ninguna de las tres, pero ha habido factores que han lanzado a la baja la calificación como Cataluña. Aunque en este aspecto también “no ha sido tan malo como todo el mundo presagiaba”. En cualquier caso, donde más cae el indicador es en bienestar social.
La reputación España, dice Prado “siempre fue un poco asimétrica” con disparidad de valoraciones en los diferentes indicadores. Su fortaleza siempre ha sido la calidad de vida frente a la debilidad en variables más duras. Durante la crisis, dice Prado “se mantuvo bien en todas las fortalezas tradicionales y se agudizó el estereotipo”. Sí se vio afectado, también, el plano político y descendió la confianza institucional, aunque ya ha repuntado estas pérdidas e incluso vemos este año "una mejora en innovación y tecnología".