El candidato socialdemócrata, Ekrem Imamoglu, gana la alcaldía de Estambul en la repetición de las elecciones del mes de marzo. Con lo que se pone fin a 25 años de gobierno de partidos islamistas, iniciados por el actual presidente del país, Recep Tayyip Erdogan. Una victoria que ha analizado en Capital Radio Una victoria que ha analizado en Capital Radio Ilke Toygür, investigadora del Real Instituto Elcano. Imamoglu, se ha impuesto a su rival, el ex primer ministro Binali Yildirim, al lograr el 54% de los votos, por el 45 del candidato oficialista. Imamoglu, ha agradecido las felicitaciones de Erdgan.
Esta victoria marca "un nuevo comienzo" para Turquía, se ha felicitado Imamoglu. "No fue un solo grupo o partido, sino el conjunto de Estambul y Turquía los que ganaron estas elecciones", añadió.
El 31 de marzo Imamoglu ganó con menos de 14.000 votos de ventaja entre 8,5 millones de papeletas. Ahora, la participación ha subido hasta los 8,8 millones de personas, un 84% del censo y la diferencia ha sido de casi 800.000 votos y ha obtenido mayoría en 28 de los 39 distritos. Estambul con 15 millones de habitantes, alberga casi el 20% de la población de Turquía y concentra el 30 % del producto interior bruto del país.
Muchos analistas consideran, en efecto, que estos resultados serán leídos como el comienzo del ocaso de Erdogan y del AKP, su todopoderoso partido islamoconservador. Para otros, esta segunda derrota podría llevar al presidente a convocar elecciones nacionales anticipadas con el fin de deshacerse de los numerosos elementos "críticos" dentro de su gobierno de coalición.
En marzo, el AKP también había perdido Ankara, la capital, tras 25 años de hegemonía. Los electores penalizaron así al régimen por la difícil situación económica, una inflación de 20%, el derrumbe de la lira turca y un creciente desempleo.
Imamoglu, empresario de 49 años y padre de tres hijos, Imamoglu fue alcalde de 2014 a 2019 de la ciudad de Beylikdüzü, en la orilla europea de Estambul. Su serenidad, su optimismo y su voluntad de reunir en vez de dividir lo convirtieron en la nueva esperanza de la política turca y en una suerte de anti-Erdogan.