El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha dejado el terreno preparado para que la institución se embarque el próximo año en un programa de flexibilización cuantitativa (QE), en lo que sería la más ambiciosa y controvertida decisión de la entidad con el objetivo de combatir los riesgos de una inflación excesivamente baja y reactivar la titubeante economía de la zona euro.
El banquero italiano ha asegurado en su comparecencia ante los medios que los miembros del Consejo de Gobierno de la institución discutieron varias posibilidades de QE, y ha subrayado que la unanimidad no es necesaria para aplicarlo, aunque ha apuntado que la entidad no tiene aún decidido adoptar medidas adicionales en su próxima reunión.
Además, por primera vez el presidente del BCE expresó directamente su opinión de que "la compra de bonos soberanos entra dentro del mandato". "No seguir adelante con nuestro mandato sería ilegal, apostilló.
En este sentido, Draghi apuntó que no hace falta la unanimidad de los miembros del Consejo de Gobierno para proceder con esta medida, aunque subrayó la importancia de lograr un consenso.
Asimismo, el banquero italiano indicó que, mientras el QE ha demostrado su eficacia en EEUU y Reino Unido, en Japón "es más complicado".
Recorte de previsiones de crecimiento e inflación
El Banco Central Europeo ha revisado a la baja sus previsiones de inflación y crecimiento para la zona euro, según ha anunciado el presidente de la institución. De este modo, las nuevas proyecciones del BCE contemplan un crecimiento de la zona euro del 0,8% este año y del 1% en 2015, mientras que en 2016 la economía de la eurozona crecerá un 1,5%.
Los anteriores pronósticos de la institución, publicados el pasado mes de septiembre, apuntaban a una expansión del 0,9% en 2014 y del 1,6% en 2015, que pasaría a ser del 1,9% en 2016.