En los últimos cinco años, la producción media de aceite de oliva en España se sitúa en torno a 1.400.000 toneladas. Le sigue Italia como segundo país productor con unas 370.000 toneladas, seguido de Túnez, con unas 300.000.
En España se consumen unas 500.000 toneladas de aceite de oliva al año, con lo que se trata de un país netamente exportador. De hecho, "exporta un 65% de lo que produce", tal y como cuenta Rafael Pico Lapuente, Director General de ASOLIVA, la Asociación Española de la Industria y Comercio Exportador de Aceite de Oliva.
El aceite de oliva fue el producto agroalimentario más exportado en 2016 con un total de 3.365 millones de euros. El 45% de lo exportado va a Italia. Se exporta a granel porque luego los italianos lo acondicionan, lo refinan o lo mezclan y lo comercializan bajo marca italiana. El segundo país al que más exportamos es EEUU, seguido de Portugal, Francia, Reino Unido y un largo etcétera hasta sumar más de 100 países.
En esta campaña se ha dado un caso extraordinario, porque ha coincidido una cosecha media en España con cosechas cortas en el resto de países. Nuestro país ha producido 1.400.000 toneladas y los demás productores han tenido malas cosechas debido a condiciones climáticas peores de lo esperado. En algunos países, la cosecha no ha sido ni la mitad de lo que fue la campaña anterior. Es el caso de Italia, "cuya producción ha descendido casi un 50%", señala Primitivo Fernández, director de ANIERAC, la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles.
Esto ha provocado un aumento en los precios del aceite de oliva y los consumidores han optado por otros aceites más baratos, como el de girasol. Este ascenso de los precios repercute en los exportadores, que con tal de mantener su cuota de mercado hacen sacrificios y aprietan el cinturón en sus márgenes.
Entre octubre de 2016 y junio de 2017, las ventas de los aceites de oliva envasados han bajado en torno a un 10%. El principal motivo es el aumento de los precios, fruto de una peor cosecha. Así que aunque a nivel de producción el sector del aceite de oliva goza de buena salud, a nivel de consumo tiene un reto importante: afianzar al consumidor.
Pero además del aumento de los precios, hay otro factor que afecta más a largo plazo a las ventas de aceite de oliva y es "el cambio en los hábitos de consumo de los españoles", explica Francisco Rionda, director de marketing de DeOleo. Y es que aunque tenemos muy interiorizado el uso del aceite en nuestra gastronomía, cocinamos menos y por eso en los últimos años el consumo ha disminuido.
El mercado se dirige hacia productos de precios más bajos, como es el caso de los aceites de semillas, en concreto de semillas de girasol.
El reto pasa por educar al consumidor para que redescubra los beneficios del aceite de oliva en la gastronomía mediterránea. Y es por ello por lo que la marca de DeOleo Hojiblanca ya lanzó este verano una propuesta: el ‘Extra Virgen Bar’, un espacio en el Mercado de Antón Martín para acercar los matices, sabores y aromas del aceite Extra Virgen al público.
Ésa es una de las estrategias que se mueven en el marco del sector del aceite. Un sector que se muestra firme en su oferta. El aceite de oliva español goza de buena salud en su producción. El verdadero reto está en el consumo.