Los consumidores deberían estar pagando 5 billones de dólares al año por la energía que consumen para cubrir los costes ocultos de este tipo de combustibles. Es la conclusión de un informe del FMI. El organismo señala que las autoridades de política monetaria deberían comenzar a incluir esos costes, que equivalen a un 6% del PIB mundial, en los precios de los combustibles para reducir los efectos dañinos de su uso, fomentar la eficiencia energética y evitar la factura creciente en la salud. Debido en gran medida al creciente uso de carbón en China e India, la factura supera con creces a los ahorros logrados el pasado año con la reducción de las tradicionales subvenciones a la energía hecha por los gobiernos mundiales.
El abaratamiento de los precios del petróleo ha dado la oportunidad a todo tipo de gobiernos, como el de India o el de Angola, de aumentar los precios de la energía para acercarlos a sus valores de mercado. La reducción de las subvenciones elimina un peso del balance estatal y permite al gobierno canalizar sus ingresos a otras áreas, como los servicios sociales, la salud o las inversiones que fomenten el crecimiento.
Pero el FMI señaló que los costos no registrados causados por la contaminación del carbón, el petróleo y el gas natural también deberían considerarse subvenciones porque las economías deben hacer frente a mayores cargos vinculados con la salud y la degradación del medio ambiente. En base a los nuevos datos de la Organización Mundial de la Salud, el fondo estima que dichas “subvenciones después de impuestos” ascienden a 5,3 millones de dólares solo este año.
Según el Fondo, China es el país que más dinero destina a subsidios energéticos, con 2,3 billones de dólares por año, seguido de Estados Unidos y Rusia.