El Banco Central Europeo (BCE) se va de vacaciones con los deberes hechos. El supervisor comunitario finalmente decide no esperar y sube los tipos de interés en 50 puntos básicos.
Además, ha aprobado el Instrumento para la Protección de la Transmisión (TPI), el mecanismo antifragmentación. Una hoja de ruta en la que, aclaran, no se han establecido restricciones ex ante para las compras.
El Consejo de Gobierno del BCE considera que es adecuado dar un primer paso en su senda de normalización de los tipos de interés oficiales más significativo de lo indicado en su reunión anterior.
Una decisión que se basa en la valoración actualizada del Consejo de Gobierno de los riesgos para la inflación y tiene en cuenta el apoyo reforzado que proporciona el TPI para la transmisión efectiva de la política monetaria.
La decisión contribuirá al retorno de la inflación al objetivo a medio plazo - sobre el 2% - del Consejo de Gobierno fortaleciendo el anclaje de las expectativas de inflación y asegurando el ajuste de las condiciones de demanda para la consecución de su objetivo de inflación a medio plazo.
Los Estados no quiebran y Europa no deja que eso pase. El proyecto común es demasiado grande como para acabar con él y el pegamento que une a los 27 socios del bloque y los 19 que comparten la moneda única es la economía.
En 2012 España e Italia, entre otros, no lograban refinanciarse a precios razonables y sostenibles en el mercado de deuda. Las primas de riesgo - el sobrecoste de financiación de estos países con respecto de la referencia de Alemania - ahuyentaban la confianza, el capital y pusieron contra las cuerdas las finanzas públicas de dos de los pilares del euro. Fue hace solo diez años.
Y ahora los fantasmas del pasado vuelven.
Y desde Londres llegaron las palabras que calmaron las aguas de los inversores. El por entonces presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, dijo aquello de: ‘Whatever it takes’ (lo que sea necesario).
Una frase sencilla, breve y concisa que escondía el mensaje de que el supervisor contaba con el respaldo de todos sus miembros para salir en defensa del euro y a esto añadía en aquella conferencia que ya ha pasado a la historia: “Pero hay otro mensaje que quiero trasladarles hoy. Dentro de nuestro mandato, el BCE está listo para hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente”, dijo el ahora primer ministro de Italia en la cuerda floja.
Ahora el tecnócrata está a la espera de conocer los apoyos parlamentarios que lo mantengan en pie en el Palacio Chigi - sede del poder Ejecutivo italiano y del Consejo de Ministros - porque de lo contrario, si se confirma la renuncia, a las pocas horas, pero en Frackfort, el consejo de gobierno del banco central se verá forzado a crear el instrumento para evitar la fragmentación de la eurozona.
La economía de Europa, una década después, vuelve a pasar por las manos de Draghi quien busca a la desesperada la aplicación del Mecanismo de Protección de la Transmisión (de la política monetaria) que habría ideado su sucesora, la francesa Christine Lagarde.
Un mecanismo que divide
Esta nueva herramienta que se diseña a contrarreloj en una de las torres del barrio europeo de la ciudad alemana entraña más de un dilema entre los diferentes socios. Por un lado, qué umbral considerarpá el BCE que es "excesivo" en cuanto a la prima de riesgo.
Por otro lado, el tamaño o la capacidad de acción que tendrá esta idea después de varias negativas, como la del gobernador del Banco de Bélgica, Pierre Wunsch quien reclama que sea "lo más ilimitado posible" y que vaya más allá de la reinversión de los bonos del programa pandémico llegados a su fin, unos 200.000 millones anuales, juzgados insuficientes.
Frente a estas palabras, el Bundesbank, el banco central de Alemania, habla de “condiciones estrictamente definidas”, pero no de “estrictas condiciones” al tiempo que pide conocer sobre qué garantías se asentará este nuevo camino "desconocido" para el supervisor comunitario.
Subidas sí
Sobre seguro tenemos que las subidas de tipos arrancan en Europa por primera vez desde hace diez años.
Se espera un rebote de tres cuartos y un punto en las dos próximas citas con elevadas presiones, sobre todo, después de que la inflación alcanzara un nuevo máximo histórico en junio, en el 8,6%, lo que viene a superar en más de cuatro veces su objetivo, del 2%.
Y el euribor a lo suyo
Especulaciones que aterrizan sobre hechos concretos. En las últimas horas, el tipo diario del euribor escalaba hasta el 1,16% y la media mensual hasta el 0,95% y continúa con el camino en terreno positivo que comenzó el pasado mes de abril.
La referencia principal de las hipotecas lleva semanas marcando máximos y desde el pasado 7 de julio, cuando el índice marcó sus mínimos mensuales, del 0,821%, ya ha avanzado un 40%.
Máximos de los últimos 20 años a la espera de conocer el ritmo más o menos agresivo de aplicación de la política monetaria que, según la lógica nos dice: cuanto más se aceleren las subidas, mayor será el euríbor.
¿Punto positivo? Que los números que hay sobre la mesa podrían indicar que, en gran medida, el mercado ya ha descontado una política monetaria acelerada, pero todavía a la zaga de la aplicada por la Reserva Federal (FED) estadounidense.