Moscú no quiere fallar, pero dice que Occidente le obliga. El régimen de Vladímir Putin, por la guerra en Ucrania, se aboca al tercer impago de deuda de su historia.
Por la revolución de 1917 que acabó con la caída de los zares el país incumplió, por primera vez, sus pagos y en la época moderna, solo se ha visto abocada a esta situación otra vez más, en 1998. ¿Cuál es la situación, en estos momentos, del país? ¿El solvente como para ir a una guerra y, al tiempo, no ‘descuidar’ al mercado?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
El país únicamente incumplido con el pago de su deuda externa dos veces en la historia: en 1998 y tras la revolución rusa de 1917
Lo único claro a esta hora en Rusia es que es un Estado “paria” para el mercado, según nos dice Javier Domínguez, gestor de carteras en Auriga Bonos. Antes de invadir Ucrania, Moscú era considerado uno de los países más solventes del mundo con un bajo nivel de deuda aunque gran dependiente de las exportaciones de petróleo y gas.
Y, en estos momentos, esta última, la derivada del crudo es la que le está fallando con los puertos del mundo cerrados. Estados Unidos a la cabeza vetando la importación del ‘oro negro’ del Kremlin.
Por deuda en relación con su Producto Interior Bruto (PIB) a Rusia no le va mal del todo, es de un 20% (mientras que, por ejemplo, en países como España esta ratio se sitúa sobre el 112,8%).
El problema son, como nos decía el analista, las sanciones que van a provocar que a partir de ahora los impagos de deuda rusa sean uno tras otro y a cada vencimiento, más abultado que el anterior.
Lo que a día de hoy tenemos claro es que se tienen que entregar 117 millones de dólares en pago de intereses de dos de los bonos que, en estos momentos, tiene el régimen de Putin. Si no lo hace mañana, como debiera, tiene un periodo de ‘gracia’ de, recordemos como pasó con el ‘caso Evergrande’ en China 30 días para decir que está ‘preparando’ estos pagos.
Rusia está preparada
El Banco Central de Rusia está preparado para pagar. Lo dicen sus responsables. Y si no lo terminan haciendo no será porque ellos no quieren sino porque, según el ministro de Finanzas, Anton Siluanov, Occidente (por las sanciones impuestos por Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea) están abocando al país a un “impago artificial”. Y esto, ¿por qué?
Porque Rusia tiene rublos, en lo que puede pagar, también tiene algo de dólares, pero el mercado no se lo puede admitir por, y aquí otra vez la palabra maldita, las sanciones.
Los bancos internacionales, un BBVA, podría cobrar los bonos soberanos rusos pero en rublos. En el sistema actual, tal y como está modelado, las firmas necesitan, digamos, una “entidad amiga”. Ellas cobran, en el país de origen el bono en la divisa local y, posteriormente, lo trasladan a la entidad matriz en la divisa final.
¿Por qué pasa esto? Porque el canje de los bonos únicamente se puede efectuar por una entidad radicada en la región económica controlada por el banco central emisor. Es decir, si quieren canjear bonos en euros solo podrán cobrarlo una entidad de la zona única como, por ejemplo, el Banco Santander.
Y si las sanciones implican no tener ningún tipo de relación con los bancos rusos o su mercado el cobro para las entidades que no sean rusas se hace prácticamente imposible.
¿Cuánto tiene a día de hoy colocado Rusia en el mercado en bonos?
Según el ministerio de finanzas ruso se han congelado casi la mitad de los 643.000 millones de dólares de reservas de divisas del país. ¿El problema? Que aunque pague en rublos, Occidente (y con él su mercado) lo considerará un “impago técnico”, esto es, Rusia caerá en ‘default’, al menos a los ojos de lo que no sea su mundo, sí o sí.
Vale, entonces no paga, ¿y qué? Para Javier Domínguez es mejor, desde el punto de vista del inversor, que se le diga que lo ha perdido todo a entrar en un proceso de innumerables mareas legales.
El papeleo sería para reestructurar la deuda. Un periodo en el que los tenedores de bonos pueden decir, bueno, vale, no me has pagado ahora, pero podemos canjearlo por anteriores operaciones con un valor menos, intereses más bajos o calendarios más laxos. ¿El contrapunto? Que esto depende de una guerra que no se sabe cuándo puede acabar.
¿Hay alguien dispuesto a ayudar a Rusia?
Sí, China, pero claro, si pongo el dinero, quiero algo a cambio. A nueve meses vista podrían aparecer, nos dice el experto, un fondo ‘buitre’ que quiera comprar esta deuda rusa. Esta no sería la primera crisis a la que se aboque el país. Han sido pocas veces en la historia, pero, como se suele decir ‘haberlas hailas’.
Mientras, las pérdidas diarias que está soportando el Kremlin por la guerra pasan por unos 1.000 millones de dólares, según Natixis. Unas estimaciones que estarían algo por encima, sobre los 1.750 millones de dólares diarios si tenemos en cuenta los números del Centro para la Recuperación Económica.
A esta hora no existe comunicación oficial del Banco Central de Rusia sobre si mañana pagará o no. Sobre si hará frente al vencimiento de deuda que viene el próximo lunes a la que habrá que sumar la corporativa de Gazprom, la mayor empresa del país a la que también se le abre un frente en el mercado de deuda.
Lo que si sabemos es que, de momento, se amplía el periodo de sesión de cambios entre el dólar estadounidense y el rublo para dar cierto oxígeno al mercado que, en estos momentos, con el frío moscovita propio de esta época, se ahoga.
Para este martes prepara el pago de cupones, pero en rublos. Lo conseguirá. Moscú, desde el punto de vista meramente técnico evitará el impago de la deuda, evitará el default. Pero no lo hará el divisa extranjera, en dólar principalmente, sino que lo hará en rublos. Echa la pelota al tejado del bonista al que le queda por ver ahora dónde los deposita y si operar con bancos rusos es una operación sobre la que dejarse la piel.