Elvira Nabiullina se asienta al frente del Banco de Rusia. La presidenta del supervisor está considerada una de las mujeres más poderosas del mundo y, con un presidente, Vladímir Putin, en guerra podría ser la única que, a día de hoy, tendría el poder para frenarlo.
¿Serviría de algo? ¿Por qué no lo hace?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
La gobernadora del supervisor ruso es considerada una de las mujeres más poderosas del mundo, pero ¿retaría a su presidente por la invasión de Ucrania?
Ni siquiera Alina Kabaeva, supuesta novia de Vladimir Putin y 'primera dama en la sombra’ es, este mismo viernes, la mujer más poderosa de Rusia. Elvira Nabiullina, presidenta del Banco Central de Rusia y primera mujer de la delegación euroasiática en el G8 tiempo atrás fue ministra de Desarrollo Económico y Comercio.
Hoy decide sobre la política monetaria de una divisa que se intercambia como los "cromos", pero que ahí está en estos tiempos de guerra, tratando de aguantar como puede el envite de los tanques: el rublo.
Nabiullina es a Vladímir Putin lo que ‘chip’ a ‘chop’ su mejor ‘amiga’. La presidenta del supervisor ha acompañado al inquilino del Kremlin, como se reconoce en el refranero popular, a las duras y a las maduras y en tiempos de conflicto bélico no sería menos. Porque Nabiullina tiene el grifo del dinero. El dinero que financia la guerra.
Nabiullina, en pocas palabras, tiene el poder de decirle Putin que ‘basta’, pero no lo hace. ¿Por qué? ¿Realmente cree que Ucrania deba de ser la nueva provincia de un imperio que ya no existe?
Si realmente cree que Kiev debe caer bajo control ruso sus actuaciones al frente del Banco Central de Rusia son de lo más normales; de no ser así la pregunta es otra: ¿por qué no se enfrenta a Putin?
Evitar descarrilar
En resumidas cuentas porque el perfil de Nabiullina no es el enfrentista sino el de una tecnócrata sumida en el caos de una institución a la deriva. Su intención es mantener a la economía rusa sobre las vías de un tren que descarrila y siendo más halcón que paloma ir, de la mano de las subidas de los tipos de interés, es decir, encareciendo el dinero, poder contener una inflación desbocada.
Nabiullina, guerrera nacida en Ufá, en la región rusa de Baskortostán, en 1963 es economista de profesión licenciada por la Universidad Estatal de Moscú y con estudios también en Yale donde se doto de un perfil político y banquero sobre los que se cobijaría bajo el ala de Putin y su partido, Rusia Unida.
Economista de profesión y bombera por obligación. Porque los incendios se le sobrevienen desde que en los 90 fuera parte del Sindicato de Ciencia e Industria de la URSS hasta la guerra pasando por la dirección ejecutiva de Sberbank, el principal banco de Rusia.
Las pruebas de estrés para Nabiullina han sido una constante en su trabajo, pero la guerra nadie se la esperaba.
"De la noche a la mañana"
De un día para otro el rublo se hundió un 29% (esto fue el 24 de febrero, el día del lanzamiento de la invasión sobre Ucrania) y de la noche a la mañana decidió hacer lo que nadie había hecho elevó los tipos del 9,5% al 20% logrando mitigar el ‘crash’ de su divisa que se estabilizó en la zona de cambio de las 106 unidades por euro y 94 por dólar.
Ahora sus manos están atadas porque Elvira Nabiullina (mujer previsora) tiene un cofre con dinero. El ‘cofre de guerra’ que durante años ha ido llenando y que con más de 643.000 millones de dólares podría sacar al país de la bancarrota. Podría, pero las sanciones de Occidente se lo prohíben y mientras las presiones sobre ella, crecen.
A problemas desesperados, medidas desesperadas. Esa es la política, en estos momentos, de Elvira Nabiullina. Al gobernadora batía hace unos días su propio récord en cuanto a subidas de tipos, las que comentábamos del 9,5% al 20%.
Salvavidas por Crimea
Antes ya hizo un movimiento similar, pero no se notó tanto.
Fue en 2014 con otra guerra. En este caso el objetivo era el mismo, Ucrania y, afinando más el tiro, la Península de Crimea que, finalmente, Vladímir Putin consiguió anexionarse. Entonces Nabiullina acababa de ser nombrada y sin haber deshecho las cajas en su despacho elevó del 10% al 17% los tipos en una reunión de emergencia.
La economía rusa, como está hoy, estaba al borde del abismo y a ella le tocó arrojarle el bote salvavidas.
El resultado fue doloroso a corto plazo en forma de recesión, pero permitió a Rusia reemprender el rumbo aunque con una economía más pequeña en la escena internacional. En dólares, el PIB pasó de 2,29 billones en 2014 a 1,36 billones al año siguiente. En 2022, se puede repetir lo mismo.
El fantasma de Rosneft
Nabiullina se enfrenta ahora a la reelección, pero nada hace pensar que el cargo se le vaya a escapar de las manos. Porque para Vladímir Putin ella lo está haciendo bien. Trata de mantener a flote la economía y salva a las empresas estratégicas del país.
De hecho, un año después de asumir el cargo, permitió el rescate del gigante petrolero Rosneft, después de ser aislado de los mercado de deuda a largo plazo de Estados Unidos y la Unión Europea. La estatal rusa tenía en los contratos miles de millones en deudas vencidas adeudadlas a prestamistas nacionales y extranjeros que financiaron la adquisición de TNK-BP.
Rosneft, entonces y con el beneplácito de Nabiullina emitió la friolera de 625.000 millones de rublos en deuda local que luego el banco central incluyó como garantía de prestamos en dólar salvando a la empresa de la quiebra.
El broche, un símbolo
En aquella comparecencia el vestuario de Nabiullina habla por si solo. Porque como la Reina de Inglaterra, Isabel II utiliza el mismo modelo replicado en el Pantone, Nabiullina a través del negro o el blanco y sus broches lo dice todo porque tal y como aseguraba ella misma en una entrevista con la televisión rusa hace unos años, el lenguaje verbal lo es todo y ella lo sabe.
Por la pandemia y aquello de la resiliencia de la economía escogió al salir a explicarles a los legisladores a una una muñeca nevalyashka, un juguete ruso tradicional que a aparecer cuando se empuja y en febrero de 2021, cuando elevó de golpe los tipos de interés de su solapa colgaba un camachuelo, un pájaro de invierno que decía: “puede soportar hasta las heladas más persistentes”.
Lealtad es la palabra que lleva Elvira Nabiullina grabada a fuego y que muestra cuando se le pregunta si no sería mejor dejar caer a Vladímir Putin. De momento tiene vetada una dimisión que dijo que presentaría ante el presidente si pasaba lo que está pasando. Porque él se lo dio todo aunque ella es quien desde la sombra mueve los hilos de un sistema tan opaco como presidencialista que sin esta mujer no es nada y que sin su firma, sin la firma de la gobernadora del Banco Central de Rusia, se queda en papel mojado.