Un 72% de las empresas encuestadas cree que la revolución digital tendrá un impacto alto en el cambio de los perfiles laborales. El problema es que los jóvenes no están cumpliendo bien con este requisito, porque el 68% de las empresas no está encontrando perfiles con conocimientos de nuevas tecnologías, entre los que podríamos encontrar conocimientos de big data o blockchain.
Pero aquí los españoles presentamos una paradoja interesante: en algunos casos nos faltan conocimientos pero en otros estamos sobrecualificados. Un 27% de los empleados tiene una formación superior a la que necesita para su puesto de trabajo. Y gran parte de la culpa la tiene ese prejuicio nuestro de que es mejor estudiar un grado universitario que recurrir a la formación profesional. Solo un 24% de los jóvenes españoles apuestan por estos estudios, un porcentaje más de 10 puntos por debajo de la media europea, que se sitúa en el 36%. Y al contrario de lo que pensamos, esa sobrecualificación no es nada buena.
Otra de las carencias de los jóvenes es cómo se mueven a la hora de la verdad: sus capacidades y sus actitudes en el entorno laboral. Un 56% de las empresas echan en falta la capacidad de trabajar en equipo en los jóvenes, mientras que un 40% no ven por ningún lado esa iniciativa tan necesaria a la hora de trabajar.
Muchos problemas con una solución bastante simple para la mayoría de las empresas encuestadas: un mayor énfasis en las prácticas en empresas. Eso es lo que dicen que quieren, pero los números hablan por sí solos: de 2015 a 2017 el número de contratos de formación cayó un 75%. Y detrás de todo estaba un cambio regulatorio que exigía que se cumplieran los estándares de calidad en estos contratos. Una calidad que parece que las empresas no están dispuestas a dar a no ser que obtengan algo a cambio. ¿Y qué es eso que reclaman? Según esta encuesta la mayoría coinciden en que quieren incentivos fiscales.
Dicen que todos los caminos llevan a Roma. Y en el caso español parece que Roma es el Estado, porque en España al final parece que toda solución acaba pasando siempre por las manos del gobierno.