¿Defiende Tesla el planeta tanto como dice? Esto son los datos. Esta ha sido la semana del bitcoin. ¿Por qué? Por Tesla. Después de anunciar la firma de vehículos sostenibles que invertirá hasta 1.500 millones de dólares en bitcoin, al cotización de esta criptodivisa se disparó. Pero no todo lo que reluce es oro. Uno de los grandes perjudicados de todo esto es el medioambiente ¿cuál es la razón?
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La compañía de vehículos sostenibles han invertido 1.500 millones de dólares en bitcoin, la moneda más contaminante del mundo
La dicotomía está en el bitcoin, la gran alternativa del siglo XXI para pagar sin depender de las sempiternas entidades financieras. Bajo esta premisa nació la criptodivisa más famosa del mundo en 2009 como respuesta a la gran crisis financiera provocada, en parte, por la gran burbuja del sistema financiero.
Siendo un Robinhood de las finanzas, el bitcoin se hizo realidad hace ya más de 12 años gracias a un sistema descentralizado que permitía realizar transacción sin la necesidad de intermediarios y a través de la tecnología blockchain.
Y es que aunque en muchas ocasiones podemos pensar que hablar de blockchain es hablar de bitcoin y criptomonedas, la realidad no es esa. La primera de estas palabras, el blockchain, hace referencia a una cadena infinita de datos cifrados que, permiten, en su máxima expresión, generar monedas como el bitcoin. Divisas digitales que no son más que una condensación de una cantidad de datos inimaginable que permiten al usuario comprar con seguridad en la red.
Entonces ¿qué problema tienen los bitcoins? Algunos hay. Y es que no todo es seguridad y facilidad de pagos. El bitcoin, como hemos apuntado, deriva de un cifrado informático. Ahí está el principal problema para la percha de este tema de hoy el medioambiente.
El uso de grandes centros de datos y servidores (físicos) que son necesarios para ofrecer la máxima seguridad de las operaciones con bitcoins, según los últimos datos de la Universidad de Cambridge, podrían elevar la temperatura del planeta cerca de dos grados en los próximos quince años. La misma cantidad que se ha incrementado en el último siglo y medio.
Siglo y medio frente a quince años. No parece un negocio muy saludable, sobre todo para el planeta y, en definitiva, para nosotros que lo habitamos.
Gran consumo eléctrico
Los requerimientos de electricidad de las criptomonedas, acorde al último informe publicado por la revista científica Nature, emitieron al planeta en el último años cerca de 70 millones de toneladas de CO2. La minería bitcoin preocupa, y mucho, ya que la potencia que requiere ha ido aumentando en los últimos años.
De hecho, volviendo al estudio de la Universidad de Cambridge, en sus últimas página, allí donde se alojan las conclusiones, observamos un detalle curioso. El gasto de electricidad que demanda el bitcoin supera a la energía consumida anualmente en los Países Bajos, Suiza, Emiratos Árabes Unidos o Argentina.
Otro dato, la energía que empleada para los bitcoin podría alimentar a la red de calefacción de todo el Reino Unidos durante los próximos 20 años.
De hecho, uno de los investigadores, Michel Rauchs, en una entrevista en la BBC, asegura que esta línea de consumo en el futuro, antes que bajar, terminará por despuntar aún más.
Y es que sí hace unas décadas el consumo de la electricidad salía de las plantas de aluminio ahora la demanda llega por parte del bitcoin. De hecho, zonas de China, Islandia e incluso una planta de Alcoa en el Estado de Nueva York, exiguos epicentros laborales y de la economía han visto en el criptomercado una salida.
Con todo y con ello, quedarse con esta foto fija puede ser perjudicial y es que, efectivamente, el consumo desmesurado de electricidad no es sano para el planeta. Pero consumo no es sinónimo de contaminación. Ya que la electricidad puede proceder de centrales hidroeléctricas, aerogeneradores o placas solares que, aunque también, dejan una huella de carbono mucho menor que otras derivadas del sector energético como el petróleo o la energía nuclear.
El papel de Tesla
¿Qué tiene que ver esto con Tesla? Mucho. ¿Y por qué? Porque Elon Musk, el ahora presidente de la firma de automóviles sostenibles más famosa del mundo, Tesla, parece que iba en serio con el Bitcoin. Esta semana conocíamos que la compañía ha invertido 1.500 millones de dólares en esta criptomoneda y empezará a admitirlo como método de pago en aquellos lugares donde lo admita la legislación, según reza un texto remitido por Tesla a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos.
Con este movimiento, Tesla se convierte en una de las mayores empresas del mundo en aceptar el Bitcoin como método de pago, así como el primer fabricante de coches en dar el paso.
¿Dónde está la trampa? Pues trampa, en su definición más adecuada, no existe. El problema es que la cantidad que Musk ha invertido en bitcoins, 1.500 millones de dólares, es exactamente la misma cifra que el Gobierno de Estados Unidos ha dado a la automovilística en subvenciones medioambientales. No existe una trampa financiera, ni mucho menos legal, pero sí ética.
Así lo apunta en declaraciones a Capital Radio, el investigador británico, David Gerard, quien cree que con este movimiento Elon Musk está echando por tierra su reputación y su papel como referente de la industria sostenible.
Y es que gastarse el dinero que te dan y que sale del bolsillo del contribuyente como recompensa por su buen hacer con el planeta en uno de los activos que más contamina en estos momentos, no queda bien de cara a la galería.
Sin embargo, la inversión está motivada por las esperanzas de Tesla de que el valor del bitcoin, altamente volátil, aumenten en los próximos años. Solo así se entiende que haya invertido casi el 10% de sus reservas en efectivo, 19.000 millones de dólares.
Con todo y con ello, muchos analistas entienden el bitcoin como un activo de reserva de valor, similar al oro. Aunque Tomás Epeldegui, director general de Degussa España, nos contaba aquí en Capital Radio hace unos días que la fuente de demanda, de uno y otro activo, es muy diferente.
Analizamos en Mercado Abierto la situación del bitcoin y los metales preciosos con Tomás Epeldegui, director general de Degussa España
Sin embargo, para el comprador de a pie el bitcoin todavía no se entiende como un elemento de pago por bienes. Es en este contexto donde se entendería más como un valor financiero para aumentar las arcas, que es a lo que apunta este movimiento de Tesla, y no tanto como un intento real de impulsar el Bitcoin como moneda de compra.
En definitiva, una década después de su creación, el bitcoin sigue envuelto en controversias. Detractores y defensores de su importancia en la sociedad presente y sobre todo, en la futura cada vez más ponen sobre la mesa esta idea: ¿estamos hipotecando el futuro del planeta por culpa de las monedas virtuales? Las respuestas son variadas.