Esta serie surcoreana ha generado mucha polémica social. Se ha colado en los patios de colegios y en círculos de adolescentes. Pero es violenta y expone contenidos relacionados con las adicciones que los menores pueden no saber interpretar. Nos lo cuenta nuestra psicóloga, Pilar Rodríguez, coautora del libro “Familias Enredadas”, con Eduardo García Agustín y Antonio Lafuente Torralba.
‘El Juego del Calamar’ es una suerte de crítica al capitalismo. Trata sobre un grupo de 456 personas que, en situaciones precarias y de empobrecimiento, son reunidas para participar en seis juegos infantiles cuyo ganador obtiene un premio de 45 mil millones de wones (equivalente a 32 millones de euros). Sin embargo, todos aquellos que no logran superar las pruebas son asesinados a sangre fría, convirtiendo así el juego en una macabra lucha por la supervivencia.
Y es que, a pesar de que Netflix no recomienda su visionado a menores de 16 años por su violencia explícita, ‘El Juego del Calamar’ ha llegado a los patios de colegios e institutos de todo el mundo, también a los de España.
En nuestro último Familias Enredadas, que podéis escuchar cada lunes en El Balance de la mano de Pilar Rodríguez, hemos contado con Eduardo García Agustín, doctor en estudios ingleses y profesor de instituto en Madrid, y Antonio Lafuente Torralba, abogado y diplomado en Derecho de Familia, en Derecho Penal y en Asesoría Jurídica de Empresa.
A examen en 'Familias Enredadas'
De acuerdo con Eduardo García, la razón por la que dicha serie ha enganchado tanto a los espectadores es la "visión gótica" que contiene. Es decir, utiliza juegos infantiles (como el de 'luz verde, luz roja', que en España conocemos como 'escondite inglés') familiares para nosotros y lo transforma en un "terror que engancha". Además, otro de sus elementos atrayentes es que hace uso del mito griego del Rey Midas -que también vemos extrapolado en el cristianismo en el pacto con el diablo- y plantea la idea de que, a cambio de un sacrificio o riesgo, obtendrás lo que más deseas; en este caso, dinero con el que saldar las deudas.
No obstante, sostiene García, "si un niño pequeño ve esta serie, solo captará la parte de los juegos, y no su mensaje subyacente. Un niño de seis años no está preparado psicológicamente para ver tanta violencia y asesinato". En palabras del doctor y profesor, "se trata de un tipo de narración que lleva al extremo".
¿Debemos prohibirles a los más pequeños de la casa ver 'El Juego del Calamar'?
Eduardo García y Antonio Lafuente lo tienen claro: no. Esto se debe a que solo provocaría el efecto contrario y, en una sociedad en la que el acceso a Internet está al alcance de la mano, la acabarían viendo de una forma u otra. Por ello, afirma Antonio Lafuente, es preferible "sentarnos con nuestros hijos y explicarles por qué no pueden ver la serie y que todo lo que aparece en ella es ficción".
Asimismo, según explica Lafuente, es también necesario explicarles la perspectiva legal si copian el ejemplo de la violencia, pues "si imitan la violencia, pueden ser acusados de delitos de odio, humillación y de agresión física, y, si son mayores de catorce años, los responsables jurídicamente son ellos mismos".