El gasto de los consumidores impulsa la recuperación de la economía japonesa y el plan de reactivación del primer ministro Shinzo Abe está un paso más cerca de superar décadas de estancamiento.
El PIB nipón crece un 0,5% interanual en el cuarto trimestre de 2017, en lo que supone el octavo avance consecutivo y el crecimiento más prolongado desde 1989, época final de la burbuja financiera e inmobiliaria japonesa. Este largo periodo de crecimiento también es una señal alentadora para el Banco de Japón, al sugerir que la economía podría estar finalmente cobrando impulso y, por tanto, los precios al consumidor podrían elevarse de forma más consolidada y acercarse hacia su meta de inflación cercana al 2%.
El dato impulsa al yen a alcanzar máximos de 15 meses en su cruce frente al dólar, pero las cifras también tienen sombras. Tanto el crecimiento anual como el trimestral del 0,1%, son inferiores a lo esperado y suponen una ralentización respecto al trimestre precedente.
Además, la ausencia de un efecto de inflación y la disminución de los salarios reales en el periodo resaltan los desafíos que aún tiene el organismo monetario por delante, en un momento en que intenta fomentar el ciclo de crecimiento, el gasto de los consumidores y la inversión empresarial de su “Abenomics”.
El consumo ha subido un 1,9% anual y las exportaciones un 10%, pero las importaciones han contrarrestado en parte este efecto positivo al crecer un 12 % interanual. La inversión de capital corporativo ha subido un 2,8 % mientras que la inversión pública ha caído algo más de un 5%.
A pesar de estos claroscuros, el ministro de Economía japonés, Toshimitsu Motegi, prevé que continúe la mejora: “Esperamos una recuperación económica principalmente por el crecimiento en el sector privado, el empleo, los salarios, el consumo y las inversiones de capital, mientras continúa la recuperación de la economía extranjera”.