La historia de Donald Trump es una historia de un sueño americano que parte del éxito. A pesar de haber nacido en el seno de una familia de clase media-alta, el magnate estadounidense abandera el título de “hombre hecho a sí mismo” (self-made man, en inglés), concedido a raíz de las dificultades financieras que atravesó en los años 90, una década en la que tuvo que afrontar fuertes deudas; una década en la que la opinión pública lo idolatró como un hombre que se crece en la adversidad.
El foco de origen está en el barrio neoyorkino de Queens. Allí fue donde Donald Trump se crió y aprendió de su padre, Fred Trump, un empresario que con sólo 23 años había levantado su imperio inmobiliario: la Trump Organization.
A través de este negocio, Fred Trump acumuló una gran cantidad de pisos repartidos en los barrios de Queens, Brooklyn y Staten Island. Él fue un modelo y referente para Donald Trump, quien desde muy pequeño se familiarizó con ese mundo y aprendió de su padre los principios del negocio de la construcción.
Antes de cumplir los 30, Donald Trump se puso al frente del imperio de su padre. Su primer acierto fue enfrascarse en un proyecto de reforma del viejo Hotel Commodore, un gigantesco edificio abandonado en el corazón de Nueva York. Donald Trump convirtió el viejo hotel en uno de los mejores establecimientos de la ciudad. Ese logro le permitió entrar en el ojo del huracán: la escena pública de Nueva York. A partir de entonces, Trump se enfrascó en numerosos proyectos de casinos, hoteles y viviendas de lujo. El imperio Trump acababa de despegar.
Sin embargo, el ojo clínico de Trump no es infalible. No todo son éxitos en su trayectoria. En 1988 adquirió el casino Taj Majal, una compra que se convirtió en una de sus principales fuentes de deuda. Casi dos décadas más tarde, el magnate perdería el control en el negocio de los casinos, con una deuda acumulada de 1.800 millones de dólares. Este revés, sin embargo, mostró la otra cara del éxito y humanizó la figura de Trump. Un Trump que salió airoso de sus problemas económicos y que se convirtió en el empresario capaz de sobreponerse a los obstáculos.
Ésta es, precisamente, la imagen que admiran sus votantes republicanos. A su carácter sensacionalista y extremadamente conservador hay que añadir su habilidad con los medios de comunicación: sabe utilizarlos a la perfección. Todo lo que dice se convierte en noticia. Sus votantes valoran que se trata de un político distinto al “político tradicional”, que dice lo que piensa y que cuenta con la fortuna suficiente para financiar su propia campaña. Ahora, en la convención republicana en Cleveland, muestra otro punto fuerte: el futuro de su legado. Un legado protagonizado por cinco hijos que son la viva imagen de su padre.