¿Qué significa esto, viajeros?
Como ya sabéis, la litosfera, que es la capa rígida más superficial de la Tierra, está dividida en placas tectónicas que pueden separarse, acercarse o moverse en paralelo por encima del manto terrestre originando en ocasiones terremotos y erupciones volcánicas.
Pues bien, no es de extrañar que haya tantos terremotos en Japón, ya que la región está situada en la zona más activa del planeta denominada “El Anillo o Cinturón de fuego del Pacífico un área que se extiende a lo largo de 40.000 kilómetros y se ubica en el Océano Pacífico bordeando Sudamérica, Norteamérica, Asia oriental, Australia y Nueva Zelanda.
Como dato curioso, viajeros, os gustará saber que: El 75% de los volcanes de la Tierra se hallan en el Cinturón de Fuego (se cree que hay en torno a 452 volcanes) y que el 90% de todos los sismos del mundo y el 80% de los terremotos más grandes ocurren en esta región.
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Sin embargo, ¿nunca os habéis preguntado qué sucede antes y después de un terremoto?
1. El día podría ser más corto
La energía que libera un terremoto puede alterar la distribución de la masa de la Tierra y generar una leve aceleración en la velocidad de rotación. Como resultado del terremoto de Japón de 2009 el día en el planeta duró 1,8 microsegundos menos de lo habitual.
2. Destellos de luz
Se conocen como “luces de terremoto” y son el resultado de la electricidad que generan los deslizamientos del suelo cerca de las fallas geológicas de la Tierra
3. El agua huele mal
Los lagos canales y otras fuentes de agua estancada suelen expulsar mal olor y aumentar su temperatura antes de un terremoto, debido a los gases subterráneos que se liberan a medida que se desplazan las placas tectónicas. Esto se ve muy bien en la película Volcano de Mick Jackson.
4. Los animales cambian su comportamiento y de hecho algunos pueden predecirlos
Los gatos pueden cambiar de forma brusca su comportamiento antes de un terremoto o erupción volcánica, ya que no solo captan los sonidos, sino también cambios en la presión ambiental y la deformación del suelo, tal como se pudo ver en el terremoto y posterior tsunami que afectó a Japón en 2011.
Las vacas pueden predecir un terremoto y uno de los síntomas es que disminuyen la producción de leche, algo que también se pudo constatar en la catástrofe del 2011 en Japón.
Los animales que viven en o cerca de las aguas subterráneas son muy sensibles a cualquier cambio en su química, por lo días antes pueden sentirlo en la sustancias que desprenden las rocas antes de que se produzca un terremoto. Esto se comprobó cuando se produjo una desaparición de sapos días antes del terremoto de 2009 en Italia
Los elefantes pueden detectar tsunamis gracias a su sofisticado oído capaz de detectar frecuencias imperceptibles para los humanos, las abejas pueden saber cuando habrá tormenta captando la humedad del ambiente y los albatros y tiburones, ambas especies marinas, son expertos en predecir tormentas y huracanes.
Como conclusión podemos comprobar que estos animales capaces de detectar desastres en la naturaleza son más eficaces que los sistemas creados por científicos por lo que desde el viajero de la ciencia, aconsejamos prepararse para huir cuando los animales nos alerten.
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