Comienza un caso que ya apuntamos unos días atrás, que versa sobre la autenticidad y la calidad de un curso de la Universidad Trump con el que no están conformes sus alumnos.
La verdad es que si no fuera por ser quien es no tendría mucha trascendencia, y más en España, pero ahora todo lo que le rodea es objeto de polémica.
Surgen problemas que no son habituales, porque su defensa apela a la normativa vigente sobre el jurado, que es de 1968 y alega que el caso tiene circunstancias especiales, ya que se producen importantes distorsiones a la hora de elegir a sus miembros. La neutralidad es algo esencial en la tarea del jurado, y algo difícil de lograr cuando la sociedad está claramente dividida con respecto al personaje.
Por lo tanto, su defensa ha iniciado una intensa labor de repaso de la forma en que fueron seleccionadas las personas que pueden formar parte del jurado, y piden poder apurar el tiempo que queda para el proceso revisando datos.
Los abogados no podemos preguntar por las preferencias políticas del jurado, pero hoy en día es posible obtener mucha información de las personas sin necesidad de solicitarla.
Por ejemplo, solo de los datos públicos se puede saber si cada uno de los potenciales miembros se registró para votar, si lo fueron de un partido u otro y si llegaron a votar.
Obviamente, todo esto da pistas de la parte emocional de la persona, que es algo que en teoría habría que excluir de todo juicio.
Por otra parte, hoy va a tener lugar una vista para decidir si el caso ha de ser pospuesto. Lo más probable es que el juez lo impida, y en el horizonte siempre tenemos el 20 de Enero, que es cuando toma posesión el nuevo presidente.
En definitiva, la elección de los miembros de un jurado nunca es una cosa sencilla, y eso que no estamos ante un caso penal (como sucede en España). Veremos lo que ocurre en apenas 10 días con el próximo presidente.
Por: Arcadio García Montoro