La Fundación FOESSA, en un informe publicado en enero de este año, indica que 1,8 millones de hogares están inmersos en el apagón digital, es decir, que sufren las consecuencias de la brecha digital de manera cotidiana. Los reconocidos derechos digitales que tenemos todos los ciudadanos, se ven conculcados por falta de infraestructuras, pero también de conocimientos.
Pero dentro de la brecha digital hay otras brechas: las mujeres, los que viven solos, quienes tienen un menor nivel formativo o los mayores, colectivo este último especialmente vulnerable y escasamente concienciado con la protección ante la creciente amenaza de los delitos digitales. Los mayores no participan de la sociedad digital y como consecuencia de ello, la sociedad digital se empobrece al prescindir de una importante fuente de conocimiento y experiencia.
En junio del 2021 el INCIBE puso en marcha la Guía de Ciberseguridad como soporte a la campaña “Experiencia Senior” creada a raíz de la pandemia, cuando los mayores se vieron obligados a utilizar medios digitales, pues si bien el COVID-19 ha sido el gran acelerador de la digitalización, también le podemos achacar al virus el aumento de la brecha digital a raíz de la eliminación de toda posibilidad de ofrecer atención presencial.
Es momento de abrir un período transitorio donde se compatibilicen los modelos presencial y on line
Volviendo a tiempos de normalidad en las relaciones personales, creemos que debemos aprender de lo bueno conseguido en el avance digital, pero es momento de abrir un período transitorio donde se compatibilicen los modelos presencial y on line, donde convivan ambos modelos para evitar discriminaciones or falta de capacitación digital.
La defensa de los mayores ante los fraudes o incidentes de ciberseguridad en mayores, exige una accion preventiva prioritaria. La ciberseguridad solo es noticia cuando hay ciberdelitos de gran magnitud, pero los peligros cotidianos están en el phishing o en la ingeniería social por ejemplo, puesto que las redes sociales son un gancho fácil para robos de identidades de cuentas o delitos de extorsión, donde los mayores son un blanco fácil de los ciberdelincuentes.
Los mayores es un colectivo vulnerable y poco concienciado sobre la ciberseguridad. Ellos y todos nosotros, debemos concienciarnos y avanzar en la tarea de minimizar riesgos para maximizar beneficios.