Si no fuera porque se trata de un caso grave de suplantación de identidad y manipulación de imágenes mediante herramientas de inteligencia artificial, podríamos decir que en plena Extremadura un grupo de adolescentes menores de edad, han dado el salto al estrellato por sus dotes de manejo de esta increíble tecnología, pero con un uso censurable de la misma.
Una invitada a mi programa Cibercotizante, lo calificaba como una tragedia porque vuelve a perjudicar a un grupo vulnerable, como en este caso son unas, hasta entonces, anónimas menores de edad. Algunos escandalizados por este uso ilegitimo, proclaman como remedio poner un sello de agua en las fotos para acreditar su veracidad, pero ¿alguien que va a atracar un banco anuncia antes a la policía sus intenciones? Seamos serios……Si alguien tiene mala intención, no pondrá nunca el sello de agua a las fotos o a las obras de arte que falsifique.
Detrás de esto está el cómo y el quién programa los algoritmos
Actualmente acceder a una inteligencia artificial es cada vez más asequible para el común de las personas y a partir de ella pueden crear música, pinturas u otro arte, pero sobre si queremos regularlo o prohibirlo, es una decisión urgente que tenemos tomar.
Mas allá de una regulación de la IA, antes hay que tomar conciencia y ser responsable cada uno con su uso individual. Posiblemente el otro paso que hay que dar en paralelo, es crear herramientas para descubrir sobre lo que vemos y ha sido generado con una IA y si es real o falso.
Un atropello a los derechos a la propia imagen y a la privacidad, ha ocurrido en la que podíamos denominar en la primera porno-startup rural, compuesta por adolescentes a los que se han puesto en sus manos una herramienta potente para hacer un uso deleznable de la tecnología. Pero ¿estos jóvenes extremeños van a desaprender lo aprendido? Seamos serios, detrás de esto está el cómo y el quién programa los algoritmos y permite su uso indiscriminado, siendo este el tema verdaderamente importante del debate.