Como toda gran película, el "Caso Villarejo" en BBVA cuenta con un amplio elenco de estrellas donde destaca la omnipresente figura de Francisco González. El que fuera presidente (y posteriormente presidente honorífico) de la entidad mantiene la mayor escolta que el banco paga a ningún empleado o ex empleado, y vigila los movimientos judiciales que han llevado a ocho de los suyos a estar imputados por la Audiencia Nacional.
En escena ha entrado hoy Ángel Cano, consejero delegado de BBVA durante la presidencia de FG (antes del ascenso de Carlos Torres Vila). Era también el responsable de medios durante los años de las presuntas escuchas ilegales del excomisario Villarejo. El hombre, en teoría, encargado de contratar a Cenit, y de verificar que no ocurría nada extraño. La teoría que ahora sostiene el banco es que no sabía nada de lo que estaba ocurriendo. Ellos querían estar informados, tener ese servicio de inteligencia en el banco, y evitar que algún agente externo pudiera hacerse con BBVA, pero desconocían que las prácticas que se llevaran a cabo fueran ilegales. Eso lo hacía Cenit (Villarejo mediante) de “motu proprio”. Ángel Cano, que desde 2015 vuela impulsando “start-ups”, pilotaba los mandos de la entidad y los medios en el momento en el que Sacyr intentó hacerse con la presidencia de BBVA. 4.000 números de teléfono pinchados por parte de Cenit permitieron a FG y BBVA anticipar los movimientos externos. Pinchazos ilegales en los que el banco niega participación alguna y conocimiento ( y hasta que se demuestre lo contrario; presunción de inocencia).
Pero Ángel Cano no es el único imputado por la Audiencia Nacional. Si esto fuera una película cargada de tintes dramáticos, los jefes de seguridad es imprescindible que supieran algo. Julio Corrochano, que está ya fuera de la entidad pero ocupaba ese puesto, queda desde hoy imputado, y también Inés Díaz Ochagavía, que fue quien le sustituyó. Los brazos fuertes de la seguridad de uno de los mayores bancos de nuestro país. La Audiencia se pregunta lo mismo que el espectador: ¿podía ocurrir esto sin que los jefes de seguridad lo supieran?
Siempre es mejor, lo sabe cualquier mal abogado de cualquier mala película, parecer tonto que parecer un delincuente. Todo es presunto, no hay nada probado, salvo que se espiaron esos teléfonos (responsabilidades que se están dirimiendo), pero el olor ha despertado las sospechas y ahora hay que pasar de puntillas. No es lo mismo haber contratado Cenit para realizar una estrategia de comunicación vinculada con la proyección y la seguridad del banco, que haber contratado a la empresa del ex comisario Villarejo para espiar a Sacyr, y acabar pinchando el teléfono del que fuera jefe la oficina económica del presidente del Gobierno (Miguel Sebastían). Como lo diría Tarantino, “tocarle los pies a su mujer o darle lengüetazos en su sagrado agujero no es el mismo juego. No es la misma liga. Ni siquiera es el mismo deporte”.
Como colofón en la seguridad, el todavía jefe de equipo, Nacario Campo Campuzano, también está imputado.
Otro de los que ocupa la escena mediática en la Audiencia Nacional es Ricardo Gómez Barredo, el hombre de los números. Trabaja como consejero de Garanti, la filial turca de BBVA, y hasta hace menos de un año era el responsable de Contabilidad.
Pero el juez investiga también a Javier Malagón, que sigue vinculado al banco en su filial mexicana (donde de forma directa ha trabajado durante años), y a Ignacio Pérez, que es nada menos que el director de de red de banca comercial de BBVA España. Las vinculaciones de unos y otros durante la época de las escuchas eran necesarias y obligatorias, lo que no implica que estuvieran cometiendo delito alguno o que lo conocieran, pero sí tenían ocupaciones y un nivel de autorización que genera que la Audiencia Nacional precise su imputación.
Y el octavo pasajero, agraciado también con el título de investigado por la justicia, es el presidente de Distrito Castellana Norte, Antonio Béjar, también ex miembro de la dirección de BBVA.
Es cierto que, fruto de la trama investigada en el llamado “Caso Villarejo” en la entidad bancaria, hay más imputados y ciertas sospechas, pero son ajenos al banco. Un banco, BBVA, que trata de capear el temporal mediante investigaciones externas, pero que no escapa tampoco a la investigación de la justicia. Una película que, seguro, nos ofrecerá varias secuelas.