El Foco de Mercado Abierto lo ponemos tres años después, en lo que a Reino Unido le ha costado el Brexit desde que el jueves, 23 de junio de 2016, un 51,9% de los británicos votaran a favor de salir de la Unión Europea, un 48,1% apuesta por el bloque.
El entonces premier, primer ministro, David Cameron anuncia su dimisión. El mundo mira al 10 de Downing Street mientras en Bruselas, los enviados británicos invocan el artículo 50 del tratado de fundación de la Unión Europea aquel por que “se empieza el proceso legal y formal para abandonar a los 27”.
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
A excepción del selectivo de la bolsa británcia que desde 2020 ha conseguido una revalorización del 7%, el resto de la economía británica está cerca de la deriva
Cameron deja tras de sí un país dividido y un partido conservador roto. Muchos apuestan porque su sucesor será el hasta entonces alcalde de Londres, Boris Johnson. Un nombre que luego dará mucho que hablar. Pero no.
Llega ella, Theresa May. Es ya 13 de julio de 2016, aprieta el verano, el calor y bajo la presidencia del Ejecutivo británico firma la heredera de la “Dama de Hierro”. Tres años después entre lágrimas y con la sensación de irse sin el trabajo hecho, el 24 de mayo de 2019, anuncia la dimisión como primera ministra, la escuchábamos, del “país al que ama”.
Reino Unido, todavía y a estas alturas (más de 1.000 días después de votar por su escisión de la Unión Europea), seguía siendo Estado miembro. Sin un rumbo fijo y con la brújula desimantada, el británicos, vuelven a las urnas.
Quien sí cumplió...
Boris Johnson, candidato por el partido conservador acude el 13 de diciembre al Palacio de Buckingham donde recibe el encargo de la Reina, Isabel II para que forme Gobierno. Desde julio llevaba dirigiendo el país en funciones. Ahora, tiene plenas facultades para terminar el trabajo que dejaron por hacer sus predecesores. Completar el Brexit.
Y cerró capítulo. Tres años después, vienen los llantos. El país vive una de las situaciones económicas más delicadas de su historia reciente. Hay pandemia y guerra, pero también divorcio de Bruselas. Y se paga.
Ahí está la crisis de camioneros por la que pasó Johnson o el dato aportado por el diario Financial Times, que afirma que harían falta 300.000 empleados para cubrir las necesidades esenciales del país. Reino Unido ya no es un destino atractivo para un trabajador, porque ha perdido la movilidad.
... entre promesas
Aunque se decía que el Brexit traería más libertad, menos ataduras, lo cierto es que Reino Unido afronta además un cambio legislativo sin precedentes, obligado como está a modificar todo aquello que le vinculó con Europa durante los últimos 50 años largos.
Habrá que cambiar, por lo menos, 4.000 leyes del país y según una encuesta encargada por el diario The Independent este mismo enero, el 65 % de los británicos - casi dos de cada tres ciudadanos - quieren que se repita la consulta. Diez puntos más que en el mismo sondeo, realizado un año antes. El 56 % de los ciudadanos están convencidos de que el Brexit perjudica a la economía.
Sin apoyos
Solo en tres circunscripciones del país siguen apoyando el Brexit. Bloomberg calcula que son cien billones de libras lo que ha costado a la economía británica una ruptura como la de diciembre de 2020. Se estima que el país es un 4% más pequeño de lo que podría haber sido porque le faltan trabajadores y la inversión empresarial se ha quedado rezagada.
Aunque parte de esa cautela se está disipando, el Reino Unido tiene un largo camino por recorrer para cerrar la brecha con sus principales pares. Con alrededor del 9% del PIB, la inversión empresarial está por detrás de la media del G7 que se sitúa en el 13%.
¿La única que ha ganado? La bolsa. Desde que el Brexit se hizo efectivo, el FTSE 100 de Londres se ha revalorizado un 7%.