"La sostenibilidad no siempre es más cara", asegura Tragsa
El grupo público Tragsa ha logrado incorporar criterios de sostenibilidad en el 91% de sus expedientes de contratación, según revela Paloma López-Izquierdo, directora de Coordinación de Acciones Institucionales de la compañía.
Los hemos conocido al detalle en un nuevo episodio de 'Surus, liderando la sostenibilidad' con Beatriz Alonso, directora de Sostenibilidad de Surus; y Luis Vicente Muñoz, CEO de Capital Radio.
El grupo público español revela cómo implementa criterios sostenibles en sus compras anuales de 1.000 millones de euros con 26.000 proveedores.
Desde 2019, Tragsa implementa una iniciativa de consumo responsable que va más allá de las exigencias legales. "Cumplir la ley no es un criterio responsable, es un criterio exigible", explica López-Izquierdo. La empresa ha desarrollado una base de datos con más de 200 criterios de sostenibilidad que aplica en sus licitaciones.
La compañía mantiene un enfoque colaborativo con sus proveedores, realizando encuestas anónimas para identificar qué criterios de sostenibilidad pueden cumplir a corto, medio y largo plazo. "No quiero exigirle al mercado algo que no está en condiciones de ofrecerme", señala la directiva.
Tragsa tiene una presencia significativa en zonas rurales, con 5.800 proveedores que operan en estas áreas, incluyendo 3.200 en municipios que pierden población y 3.500 en localidades de menos de 5.000 habitantes. La empresa destina 150 millones de euros a compras en el medio rural.
Un hallazgo destacable ha sido la competitividad de los centros especiales de empleo. Además del millón de euros adjudicados mediante reserva legal, estos centros han ganado licitaciones ordinarias por 600.000 euros, demostrando que "tener en cuenta a esta gente no sale más caro".
Entre los desafíos más importantes, la empresa destaca la gestión de su parque de más de 4.000 vehículos y la incorporación de materiales sostenibles como áridos reciclados, cuyo uso se ha duplicado entre 2020 y 2024.
La experiencia de Tragsa demuestra que la implementación de criterios sostenibles requiere un cambio cultural significativo en las organizaciones, pero también revela que muchos prejuicios sobre los costos adicionales de la sostenibilidad no siempre se corresponden con la realidad.