Hace apenas una semana, la Comisión Europea alertaba de que Vladímir Putin seguía utilizando la energía como un “arma de guerra” contra el viejo continente y hoy son los cortes de gas los que amenazan la estabilidad política de dos grandes economías como Alemania o Italia.
Duchas cortas, menos farolas y piscinas heladas ya se ven en Berlín mientras en Roma, el Gobierno de Draghi está en la cuerda floja.
¿Nos espera algo parecido? ¿Deberíamos temblar porque el Nord Stream 1 está paralizado?
Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:
En Roma, el expresidente del Banco Central Europeo se enfrenta a una nueva crisis de Gobierno que emanaza con derrocarlo mientras en Berlín ponen hora a las farolas de la calle
Desde la seis de la mañana de este lunes el Nord Stream 1 está en obras. Ni un metro cúbico de gas ruso aterriza en Alemania. Las preocupaciones energéticas cada día proyectan más sombras sobre una Europa que no puede más con la guerra un conflicto en Ucrania que allí está haciendo perder millones de dólares.
Las últimas proyecciones vaticinan que para este 2022 caerá el PIB de Kiev más de un 50% aunque el Gobierno que dirige Volodímir Zelensky no lo dice porque, desde que estalló el conflicto, prohibieron la publicación de cifras que pudieran hundir el espíritu nacionalista de los combatientes.
Moscú suministra a la Unión Europea el 40% de las importaciones de gas natural al bloque y en países como Alemania está cifra se dispara hasta el 60%. En Italia, andan algo parecido mientras que se las ven para tratar de desentrañar cómo harán en otoño cuando haya que calentar las casas y cocinar los estofados.
En cualquier caso, de lo que hoy algunos se hacen los sorprendidos, ya estábamos avisados. No hace ni una semana que en el Parlamento Europeo, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, dejaba entrever que problemas, por mucho que no quisiéramos verlos, iba a haber.
Y hoy se destapan las voces de alarma.
Robert Habeck, ministro de Finanzas de Alemania, alerta de que los problemas que hoy vive su país: duchas cortas, menos farolas y piscinas heladas podrían durar más de lo previsto. Que nos podríamos ir hasta no sé cuándo.
El corte al suministro, quien más quien menos, ya sabe que viene de lejos. Rusia ha reducido la capacidad de envío de gas a Alemania a través de Nord Stream 1 en un 40 % durante la última semana, justo cuando el país intentaba hacer rebosar sus almacenamientos antes del invierno.
En cualquier caso, volviendo a Alemania, los cortes en el Nord Stream son provocados por una turbina que tenía que remplazarse, que por las sanciones Occidentales a Moscú por la guerra estaba en Canadá, pero que no podía volver hasta que Olaf Scholz, el presidente alemán, la semana pasada ya no pudo más y tuvo que ceder. La turbina se enviaría a Rusia.
El Nord Stream 1 se arreglaría y el gas volvería a fluir a pesar de que decimos que no nos interesa.
Alemania y otros países de la UE están temerosos de que el Kremlin pueda extender el cierre debido a la guerra en Ucrania, o incluso pueda cerrar los grifos para siempre
¿Espejo en Italia?
En Italia, ENI anuncia que Rusia reduce en cerca de un tercio la entrega de gas a Italia. Una crisis energética que pone en jaque al Gobierno de Mario Draghi que está cerca de caerse porque el Movimiento 5 Estrellas amenaza con hacer colapsar a un Ejecutivo que podría dejar al expresidente del Banco Central Europeo, no electo, no elegido en urnas, a expensas de un Parlamento al que cada vez le gusta menos con mayor peso en las calles de ideologías reaccionarias de extrema derecha.
Otoño agitado para los italianos que, entre crisis hidrográficas con la sequía en el río Po, el que cruza Roma, que podrían terminar en toques de queda para las farolas o limitaciones en el consumo energético.
Cinco meses después del inicio de la guerra en Ucrania, lo seguro, es que no hemos aprendido nada.