El FMI eleva una décima, hasta el 3,5%, la previsión de crecimiento de la economía mundial en 2017. El Fondo reconoce que se trata de una mejora muy leve y que en cualquier caso obedece a un mejor comportamiento de las economías desarrolladas.
De hecho llama la atención la mejora de perspectivas para tres países: para España eleva sus previsiones de crecimiento en tres décimas hasta el 2,6%, para Reino Unido pronostica cinco décimas más de expansión, hasta el 2% y para Japón el Fondo apunta a un crecimiento cuatro décimas mayor que el anunciado en enero, hasta el 2%.
La organización que dirige Christine Lagarde también mejora las expectativas de países emergentes como Rusia hasta el 1,4% debido a la recuperación del precio del petróleo. En el caso de China, el Fondo destaca como el país mantiene su vigor y apunta a que su economía mejorará un 6,6% este año (una décima más que en las previsiones de invierno). Entre las preocupaciones del FMI respectos a los emergentes figura su advertencia de que corrijan vulnerabilidades financieras. Para 2018 el Fondo mantiene sin cambios su estimación de crecimiento en el 3,6%. En cualquier caso, si bien el fondo reconoce que sus pronósticos pueden superarse al alza, también hay riesgo de que el mundo crezca menos.
Los riesgos
El FMI advierte de que los riesgos de la economía siguen inclinándose a la baja. Entre los factores de riesgo para que esto suceda, destaca el proteccionismo, subidas de tipos de interés en Estados Unidos más rápidas de los esperado, un repliegue de la regulación financiera, la formación de un círculo vicioso entre una débil demanda y escasa mejora de la productividad o las tensiones geopolíticas.
Pero de todos estos factores, que el proteccionismo haga estallar una guerra comercial es lo que más preocupa al FMI. En este informe de primavera el Fondo dedica muchas líneas a recordar que el comercio ha sido un componente clave en el proceso de mejora de las economías, incluidas las más pobres. Y aunque reconoce que las tendencias mundiales a la desigualdad tienen que ver con el comercio, el problema según el Fondo radica en la tecnología, no en el comercio en sí.
El FMI detecta un claro problema: la caída de los ingresos y el deterioro de la distribución de la riqueza son factores que ejercen presión sobre el discurso algunos políticos que optan por tender al aislacionismo. El FMI considera que los gobiernos deben favorecer la adaptación de los ciudadanos perjudicados por la necesidad de reasignación económica; es decir, pide que la solución a las quejas de los ciudadanos sea realizar reformas internas y no restringir el comercio, porque hacerlo sería como hacerse una herida a propósito y derivaría en una subida de la inflación.
¿Qué hay de la recetas? El FMI propone modernizar infraestructuras, buscar aumento de productividad y ayudar a quienes se hayan visto desplazados por globalización y los cambios tecnológicos, entre otras medidas.