A falta de Gobierno, buenos son datos. La economía de Alemania cierra el año 2017 con un crecimiento del PIB del 2,2%. El dato es inferior a lo esperado por el consenso del mercado pero es el ritmo más fuerte en seis años y también constituye una mejora respecto al año anterior.
La locomotora europea mantiene su trayectoria impulsada por el aumento de la inversión, unas exportaciones favorecidas por el crecimiento económico mundial y el consumo interno, animado por el buen comportamiento del mercado laboral. Alemania termina el ejercicio siendo la sorpresa política del año en Europa, pero con una tasa de paro en mínimos y cifras récord de población con empleo.
En concreto, el consumo privado repunta un 2%, mientras que las inversiones en bienes de equipo aumentan en un 3,5% y la inversión inmobiliaria avanza un 2,6%. Por su parte, el gasto público se incrementa en un 1,4%, a la vez que las exportaciones repuntan un 4,7% y las importaciones, un 5,2%.
A falta de los datos definitivos del cuatro trimestre, la economía germana creció un 0,7% en el primer trimestre del año, un 0,6% en el segundo y se aceleró en el tercer trimestre, con una mejora del PIB del 0,8%.
El Gobierno alemán, el Bundesbank, los principales institutos económicos y el consejo asesor del Ejecutivo -conocido como los "cinco sabios"- habían avanzado en los últimos meses que la mayor economía europea iba a crecer en 2017 entre un 1,9 y un 2,6%.