Hablamos de lo que nunca debiéramos decir y menos en esas conversaciones, en los grupos del trabajo, de amigos, del cole de nuestros hijos, etc. Porque puede perfectamente pasarnos factura en caso de que, por ejemplo, insultemos o calumniemos a alguien.
Esto es lo que le ha ocurrido a una madre. ¿El entorno? Un grupo típico de padres y alumnos. ¿El medio? WhatsApp. ¿Y las expresiones utilizadas? Que si la profesora zarandeaba de malas formas al niño, que si le tiraba del brazo, o que si se comía su merienda.
El caso es que se acaba de confirmar la condena.
El juez ha apreciado un delito de calumnias. Entiende que atacó la dignidad personal y profesional de la profesora al difundir en ese medio, WhatsApp, y que de forma falsa le imputaba unos hechos delictivos con intención de difamarle.
Llegaba a expresar que se comía la merienda de su hijo, que se burla de él, le tira las fichas del puzzle al suelo, cuando no tenía prueba alguna de lo que decía. Son expresiones objetivamente ofensivas y tan graves como para que la acusada no tuviera que ser consciente de lo que decía, en el contexto en que se encontraba y repito, sin constarle prueba alguna porque no hay indicio alguno de mínimo maltrato hacia el menor.
Ojo con este tipo de conversaciones en las redes y en especial vía mensajería instantánea tipo WhatsApp porque si difamamos o atacamos la dignidad personal o profesional de alguien pueden imputarnos por ejemplo el delito correspondiente como si lo hiciéramos presencialmente.
¿Somos conscientes de lo que decimos por WhatsApp?
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